Las niñas tenían 9 y 5 años cuando su mamá, que trabaja en una fuerza de seguridad pública, decidió mudarse a la casa de Capital de su nueva pareja, entonces empleado administrativo de un conocido sindicato. La convivencia fue normal, pero un año después las cosas cambiarían para peor, porque el sujeto (hoy de 34 años) empezó a golpearlas a todas, porque su mamá, que nunca las había tocado, adoptó la misma conducta violenta. Y lo más grave: porque la mayor de las niñas empezó a ser manoseada y sometida a distintas prácticas sexuales por su padrastro hasta ser violada. Dos de esas situaciones de abuso sexual, fueron observadas por la hermana menor porque fueron cometidas delante suyo cuando tenía 10 años, informaron fuentes judiciales.
El caso se conoció con un mensaje de texto que le mandó la mayor de las nenas a su tía el 28 de agosto pasado. Y con la investigación encarada con la denuncia de la mujer el 3 de septiembre último, el juez Guillermo Adárvez (Tercer Juzgado de Instrucción) entendió que quedaron acreditados los abusos gravemente ultrajantes, las violaciones y la corrupción sexual contra la mayor de las niñas. Y también la corrupción de su hermana menor, sólo por el hecho de haber presenciado al menos dos de esos episodios. Todos los delitos fueron agravados por la convivencia y por ser el acusado encargado de la guarda y educación de las menores.
Por eso procesó con prisión preventiva al sujeto (J.J.E.R. no se lo identifica para preservar a las menores, una tiene su apellido) y le trabó un embargo de $500.000, indicaron los voceros.
En su defensa, el sospechoso negó haber cometido los aberrantes delitos y atribuyó todo a su intención de querer poner límites en la casa. Sin embargo el informe del médico que revisó a la mayor de las chicas (hoy tiene 15 años) y los psicólogos que entrevistaron a ambas, terminaron por complicar su situación. El médico informó que la jovencita no era virgen y los psicólogos declararon que ambas no mentían, y que en el caso de la mayor, presentaba los signos del niño abusado, incluidos intentos de suicidio.
La hermana mayor se había ido de la casa un año atrás, cuando comprendió que su situación no cambiaría pues le había contado todo a su madre pero la mujer no le creyó y apoyó a su pareja, según el expediente.
En el mensaje que le mandó a su tía, esa niña le dijo que decidió hablar porque temía que le pasara lo mismo a su hermanita. Y fue entonces que la mujer denunció, y también el padre de la hermana menor (son hijas de distintos padres), situación que provocó que a la empleada de seguridad le quitaran la guarda de ambas niñas.
Ahora esa mujer, junto con el presunto corruptor de menores, están en jaque por cometer otro supuesto delito: suprimir la identidad de su segunda hija y falsificar documentos, indicaron.
La madre también está en jaque
Además de seguir preso en la cárcel de Chimbas por los ilícitos sexuales contra sus dos hijastras, el sospechoso enfrenta otra investigación junto a la madre de las niñas por los supuestos delitos de supresión de identidad y falsificación de documento. Sucede que el papá de la segunda nena inició un juicio de filiación en un juzgado de Familia, pero a sabiendas de esa acción judicial la madre le puso el apellido de su nueva pareja.
Para que no queden dudas sobre la paternidad de la niña, el juez Adárvez ordenó un examen de ADN en el que se confirmó que el hombre es el padre biológico de esa niña, hoy de 11 años.
Por eso el magistrado consideró que tanto el procesado como la mamá de las niñas suprimieron su identidad, hicieron colocar esos datos no ciertos en el DNI de la menor y cometieron así una falsificación de documentos.
En los próximos días el magistrado deberá resolver si ambos deben o no ser procesados.