Todo parece indicar que la gente no quiere trabajar ya que para la presente temporada los productores de aceitunas, uva y ajo están afrontando serios inconvenientes para contar con la gente que se encargue de las respectivas cosechas. Los organizadores de cuadrillas aseguran que no encuentran personas de nuestra provincia ni de otras partes del país -los llamados trabajadores golondrinas- para satisfacer la demanda que se establece entre diciembre y mayo en cosechas que son tradicionales en San Juan. 

Entre las causas de esta situación están las vinculadas a las secuelas dejadas por la pandemia en relación al trabajo migrante temporario. Las restricciones impuestas en las últimas temporadas hicieron que los trabajadores buscaran otras alternativas más cerca de sus lugares de origen en un panorama que no ha cambiado mucho a pesar de la flexibilización actual. La otra causa que incide es la de los planes sociales que, como ya se ha comprobado, desalientan el trabajo. La adhesión de la provincia a la norma que asegura que el trabajo temporario no es causal de pérdida de un plan social, al parecer no ha incidido favorablemente porque sigue siendo uno de los argumentos que más se escuchan al momento de rechazar un trabajo transitorio. 

Se trata de un problema general que afecta a las distintas regiones del país y que puede llegar a perjudicar los niveles de producción de materia prima y, consecuentemente, la exportación de productos que ocupan un lugar de privilegio dentro de la economía nacional. En el caso de la Región de Cuyo, La Rioja y Catamarca la faltante de cosechadores es un problema que se ha venido agravando año tras año, con la merma de trabajadores provenientes del norte del país.

Los contratistas locales de trabajadores temporarios sostienen que el déficit es considerable ya que, por ejemplo, si se necesitan 300 cosechadores, lo único que se logra reunir son 50. Estas cifras perjudican la planificación de las tareas y amenazan con que la recolección no se haga en tiempo y forma ocasionando cuantiosas pérdidas. Esto provoca que los productores estén pensando, dentro de sus posibilidades, en contratar máquinas para este trabajo. 

En la consideración general se ve la necesidad de que desde las áreas oficiales se implemente algún tipo de incentivo para que los trabajadores temporarios vuelvan a esta actividad evitando perjudicar una producción bastante vapuleada en los últimos tiempos por la sequía, los bajos precios y las condiciones climáticas. Convencer a la gente que se sume a este trabajo es más una tarea de carácter cultural que de necesidad ya que, evidentemente, si no se acepta este tipo de trabajo es porque se cuenta con recursos para subsistir.