Los chilenos participan hoy de lo que empieza a observarse como la elección presidencial más incierta desde el retorno a la democracia, hace tres décadas.
La nación vecina elegirá al sucesor de Sebastián Piñera entre siete candidatos: el joven diputado Gabriel Boric, de la alianza de izquierda Apruebo Dignidad, y el pinochetista José Antonio Kast, del Frente Social Cristiano, son los favoritos en las encuestas.
Aunque se trata de una carrera abierta y competitiva, la disputa parece estar centrada en esos dos postulantes. De todos modos, ninguno de los siete competidores sobrepasa el 30% de la adhesión, de acuerdo a las últimas encuestas, y un 23% de los electores todavía está indeciso, por lo que la participación electoral en un sistema de voto voluntario será un factor determinante que podría inclinar la balanza.
Los cinco candidatos presidenciales restantes son: la extitular del Senado, Yasna Provoste, de la coalición de centro-izquierda, heredera de la ex Concertación; el oficialista y exministro Sebastián Sichel; el varias veces candidato y miembro del Grupo de Puebla, Marco Enríquez-Ominami; el dirigente de derecha que no vive en el país, Franco Paris; y el profesor de izquierda, Eduardo Artés, por la Unión Patriótica.
Por la cantidad de opciones y las divisiones tanto en la izquierda como en la derecha, los votos se repartirán entre los siete candidatos y se espera que ninguno alcance el 50% más uno de los sufragios para ser electo, por lo que la presidencia se definiría el 19 de diciembre en balotaje.
Algunos expertos alertan que las elecciones están muy abiertas y que hay otros dos aspirantes que también podrían tener oportunidades: la democristiana Yasna Provoste y el oficialista Sebastián Sichel.
Además notan un "desgaste de los partidos de centro derecha y centro izquierda, de la antigua Concertación y la Alianza por Chile, que fueron las dos grandes coaliciones de la transición, que gobernaron durante casi tres décadas el país pero que a estas alturas no generan confianza ni mayor capacidad de movilización electoral".
La campaña electoral estuvo dominada por tensiones sociales que surgieron como una explosión en 2019, con el estallido social en el que miles de chilenos salieron a las calles a reclamar mayores reivindicaciones sociales, políticas y económicas.
Esta crisis social puso en jaque al gobierno de Sebastián Piñera que terminó, junto a la oposición, firmando un acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución, que dio origen a un proceso constituyente inédito en el país que se volvió central en el debate político y abrió el camino para redactar una Carta Magna que nadie hoy puede prever cómo será.
Pese a esta incertidumbre pero por la popularidad que acompaña este proceso, los candidatos presidenciales han apoyado el trabajo de la Convención Constituyente como una forma institucional de responder a los reclamos de los chilenos que se manifestaron masivamente en 2019 y luego en el referendo del año pasado.
La única excepción es Kast. Hijo de un ex oficial nazi, pinochetista confeso, antiabortista, ultraliberal, Kast rechaza una nueva Constitución y dice que trabajará para mantener la actual, escrita en 1980 durante la dictadura de Augusto Pinochet.
Más de 15 millones de chilenos están llamados a las urnas para las elecciones más inciertas de la era democrática. Además de elegir presidente, los chilenos designarán 155 diputados y 27 de los 43 senadores.
La composición del nuevo Parlamento será crucial para la gobernabilidad del país y los analistas auguran que ninguna fuerza tendrá mayoría y que harán falta grandes pactos para legislar.
De acuerdo al Servicio Electoral, los locales de votación permanecerán abiertos desde las 8 hasta las 18 hora local (la misma hora de Argentina). Se prevé que los primeros resultados oficiales se ofrezcan antes de las 21.