Las reglas básicas del sistema internacional multilateral del intercambio, ya sea través de las Naciones Unidas, la Unión Europea, o la Organización Mundial del Comercio (OMC), han sido alteradas por la decisión del gobierno estadounidense de romper acuerdos, desestabilizando el libre comercio. Quien pegó el portazo fue Donald Trump que llegó al poder con un mensaje proteccionista de campaña, ‘América primero” y lo concretó 13 meses después aplicando aranceles a las importaciones de acero y aluminio, incluyendo a la Argentina -luego exceptuada-, entre otros proveedores.
Las amenazas de represalias surgieron primero de la Unión Europea, por el impacto en las exportaciones por 2.800 millones de euros anuales, en tanto la OMC encendió las luces de alerta ante la generalización de una escalada arancelaria de China, encareciendo el ingreso de productos norteamericanos y de sus aliados comerciales.
Pero si se habla de proteccionismo, el gigante asiático lleva la delantera aunque los escándalos de Trump repercutan más. Pekín advirtió a Washington que pare las medidas proteccionistas y respete el principio del multilateralismo, aunque sólo le afecte el 2% de sus exportaciones de acero a Norteamérica. El temor es que sean aranceladas todas las manufacturas e insumos chinos que inundan el mundo y puedan ser arrasadas por una ola de proteccionismo global.
Con el gobierno de Mauricio Macri, Argentina ha vuelto al sistema tradicional del intercambio, dejando atrás a una década de cepo aduanero, pero es necesario mantener un sano equilibrio en nuestra balanza comercial. No abrir las importaciones en forma irrestricta sino la necesaria para el equipamiento tecnológico e insumos, y en igual medida que nuestros productos manufacturados o primarios sean receptados en idénticas condiciones de equidad.
El clima de nacionalismo comercial por impulsos políticos alteran el funcionamiento del mercado. Es el caso de la importación de 120.000 toneladas de soja de EEUU a la Argentina, con una estrategia que muestra a China la búsqueda de destinos alternativos y a los productores criollos que especulan con la retención de stocks, que hay proveedores externos dispuestos a cubrir las necesidades de molienda.
