Difícil quitar los signos de pregunta en un momento en que se cruzan la realidad y los deseos. Hay personas que preferirían que todo salga mal para satisfacer el ego de sus predicciones, desde ya muchas de ellas con bastante fundamento. Otros, menos intelectuales, miran los acontecimientos evaluando su futuro electoral. Algunos de esos malos augurios se han expresado en la reciente reunión del Congreso Justicialista. Pero, la política deja siempre posibilidades de corrección a quienes tienen acciones para llevar adelante, es decir, a los que gobiernan o tienen porciones de poder. Eso sí, de continuar haciendo lo mismo es seguro que se obtendrá el mismo resultado. La corrida cambiaria contra nuestra moneda ocurrida un mes atrás parece haber mostrado al gobierno que el rumbo estaba mal y que algunos actores estaban equivocados. También, sobre el tipo de relación a mantener con la principal fuerza de oposición aunque en este plano sigue habiendo hipótesis variadas. En lo económico y social las medidas propuestas son, por lo menos desde lo verbal, distintas a lo que se venía haciendo, se habría cerrado el tiempo del llamado gradualismo aunque los argentinos, siempre en busca de giros poéticos, ahora hablamos de "gradualismo acelerado". Los gradualismos nunca funcionaron desde la época de Maquiavello hasta la actualidad.
Todo gobierno que toma el poder con signo distinto al que venía gobernando debe virar con energía y claramente en el nuevo sentido. Hoy se habla de 100 días a partir de los cuales se deben mostrar tanto la traza del camino como algunos resultados. Después de ese plazo, la iniciativa se debilita, gana la incertidumbre y se pierden niveles de confianza. Hasta los propios comienzan a dudar. Muchos sostienen que ya sería demasiado tarde para enderezar el barco y que lo único que sostiene el timón es la ausencia de oposición confiable y que se represente en una figura aglutinante. Cristina sigue siendo quien tiene mejores números pero lejos de los que harían falta y con altísimo grado de rechazo. Su piso es también su techo. En el oficialismo, en cambio, ha bajado Macri pero mantienen cifras expectantes varios miembros de su gobierno, la principal, la gobernadora de Buenos Aires María Eugenia Vidal, quien sugestivamente ha salido a presentarse al mundo por si las moscas. El resto del peronismo sigue por debajo del 15% sin que nadie haya capitalizado la crisis. Sin embargo hay elementos para suponer que las cosas pueden mejorar y en un tiempo que no será inmediato pero que alcanzaría para que Cambiemos recupere terreno al momento de necesitar votos. Hay varias condiciones favorables, la más importante es sin dudas el impresionante apoyo del Fondo Monetario, el Banco Mundial y el BID otorgando en tiempo récord una línea stand by por nada menos que 56.000 millones de dólares con desembolso del primer tercio en 10 días. Una cifra que supera las expectativas más optimistas y que blindará al país alejando la amenaza de una crisis total, cambiaria, financiera, económica, social y política como la que vivimos en 2001-2002. Otra buena es el casi seguro reingreso también el 20 de este mes a lo que sería la B Nacional del sistema financiero: la condición de país emergente. Como su nombre indica, designa a los que están subiendo y no a los que bajan. La nueva situación dispararía inversiones ya cuantificadas de manera automática, porque hay fondos institucionales que se obligan por reglamento a poner algunos huevos en estas canastas. El proceso de reingreso comenzó con la salida del default de 2001 arreglando con los fondos que no aceptaron las condiciones de refinanciación que Argentina ofreció en 2005 y que comenzaron a litigar en juzgados ordinarios. Otro hecho es esperado para mediados de agosto: el país reingresaría a la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, que integra un selecto grupo que contribuye en cerca del 80 por ciento al PBI mundial. Ese club tiene reglas de membresía: las principales son la liberalización progresiva de movimientos de capitales y servicios. El efecto combinado de lo que sería la vuelta al mundo financiero que cierra el acuerdo con el FMI es lo que consiguió atajar al dólar esta semana. Por primera vez en muchos días, más de 45, mantuvo una jornada su valor en flotación limpia, es decir, sin intervención vendedora de algún banco oficial. Hay todavía discusión de cuál sería el valor adecuado de equilibrio. Al haber intervenido la autoridad monetaria como gran comprador y vendedor, no hay forma de saber cuál será el precio que acepte el público en la nueva regla de oferta y demanda. Por eso el viernes cerró en alza aunque "normal" considerando que solo siguió el ritmo de caída de todas las monedas regionales, empezando por la de Brasil. Se ha asegurado que se termina el dólar-barato-compra en el exterior con plata prestada y cara. Las versiones más optimistas hablan de un total de unos 80 mil millones de dólares a ingresar por distintas vías con destino gran parte a inversiones directas y no a especulación financiera. Para reducir el riesgo de que vuelva a ocurrir lo de un mes atrás, deberá bajar la tasa de interés. Completando el combo, siempre en esta versión ideal, podría haber para el año que viene una cosecha récord en base a lo que se está sembrando. Desde el punto de vista interno, ayuda la actitud seria de la CGT que hace fintas con el gobierno pero que evalúa como su principal preocupación mantener el empleo. En los próximos meses no debemos esperar volver a los niveles de consumo anteriores a la crisis, eso no va a ocurrir. Tampoco será posible que empresas que se sostenían en insumos como el dólar barato o subsidios directos a servicios básicos puedan seguir como venían. La decisión de que el Banco Central deje de asistir a la tesorería, a mediano plazo bajará la inflación pero a la vez obligará a gastar sólo lo que el Estado recaude por impuestos. Basta mirar el nivel de emisión que hemos venido teniendo para calcular el tamaño del ajuste en esos subsidios, ya que se ha afirmado que no se cortarán los vinculados a las necesidades sociales, jubilaciones, AUH y planes. Como diría el desopilante personaje de Jerzy Kosinsky en Desde el Jardín, "con la primavera todo florece", pero todavía no comienza en invierno.
