Fundamentalmente en Italia y Alemania pero extendido a toda Europa, la longevidad y la disminución de los nacimientos conducen a un aumento de la población anciana y esta realidad traerá múltiples desafíos. Uno de ellos es la modificación de la dieta alimentaria: el qué y el cómo del consumo de alimentos. Es que el envejecimiento se acompaña de cambios fisiológicos y de comportamiento, que también se reflejan en el tipo y forma de consumo de los alimentos.
Un instituto noruego de investigación alimentaria, el Nofima, buscaba predecir qué y cómo comerán los ancianos que llevan una vida independiente en 2030, en línea con los programas de investigación de la Comisión Europea. Ha demostrado que los ancianos darán preferencia a la dieta tradicional en familia, aunque esta referencia a la tradición cambia de una generación a la siguiente. Los mayores del 2030 darán mayor importancia a cómo se producen los alimentos, de dónde vienen y qué ingredientes contienen. El consumo de productos a base de plantas será mayor que el de los ancianos de hoy. El almuerzo seguirá siendo la comida principal, también como una ocasión de convivencia para el encuentro, incluso virtual.
