Más allá de que el salario docente esté por debajo de los requerimientos del sector y que el reclamo de esta situación sea justo, no se puede admitir que esta demanda, que los maestros están haciendo al gobierno, derive en la suspensión de clases como método de ejercer presión y conseguir el objetivo propuesto.
La docencia en general, ya sea que esté amparada por alguna entidad gremial o se presente, como ha ocurrido en esta ocasión, con la denominación de "autoconvocados", no puede llevar a las aulas un reclamo por mejora de salarios suspendiendo las clases, como ha ocurrido en varias escuelas de la provincia, y perjudicando el proceso de enseñanza, especialmente cuando el tema estaba siendo tratado en comisión de paritaria.
El derecho a huelga, que no estuvo debidamente ejercido, no debió implicar en ningún momento la suspensión de clases. Los docentes tuvieron la posibilidad de manifestarse, en estos últimos días, en distintos puntos de la ciudad -Centro Cívico, Casa de Gobierno y durante el desfile del 25 de Mayo sobre Avenida Ignacio de la Roza- en forma unilateral, fuera del horario de clases y desconociendo la estructura sindical. Con eso hubiese sido suficiente para dar a conocer su posición ante las autoridades provinciales reunidas para intentar solucionar el conflicto.
La suspensión de clases es una medida innecesaria que lo único que consigue es perjudicar a los alumnos con menos enseñanza y un atraso significativo respecto de los contenidos que deben ser aprendidos.
También se perjudica al sistema educativo en cuanto a la cantidad de horas de clases dictadas, las que son tenidas en cuenta al momento de evaluarse la calidad educativa que se imparte en cada país. A un número menor de horas de clases dictadas, es peor la nota que se recibe de parte de los organismos internacionales que evalúan los niveles de enseñanza.
El reclamo docente por mejoras salariales está incluido dentro de una serie de demandas que teóricamente apuntan a mejorar el nivel educativo. Por eso no se entiende como puede ser que con el afán de la reivindicación salarial se tome una medida, como ir al paro escolar, que evidentemente perjudica en gran medida la posibilidad de mejorar la educación.
Para próximas ocasiones los docentes deberán reconsiderar la forma de reclamar, implementando medidas que no incidan en la enseñanza o en la educación, dos aspectos que deben preservarse más allá de que el sector tenga la necesidad de manifestarse públicamente. Las clases no deben interrumpirse de ninguna manera, ya que si se hace se demuestra que los intereses de la docencia van por otro camino distinto diferente al bien común.
