Una gran preocupación invadió estos días a los productores sanjuaninos por lo caras que han llegado este mes las boletas de electricidad por el riego agrícola, y viñateros, exportadores y chacareros advierten que no sólo se dificulta el mantenimiento de sus fincas sino que se aleja la posibilidad de inversiones. Incluso desde el sector vitivinícola, la Asociación de Viñateros Independientes (AVI) alertó al Gobierno porque se avecina el viernes una nueva audiencia para discutir ajustes en la tarifa eléctrica, y aseguran que la situación ‘’atenta contra el desarrollo agrícola’’.
Hay productores que saltaron de facturas de $9.200 en marzo del 2016, a $59.300 en marzo del 2017, usando el mismo pozo de agua y para la misma cantidad de hectáreas, con lo cual tendrán que pagar hasta 6 veces más cara la boleta por la quita de subsidios y el aumento de la tarifa que aplicó la Nación.
El incremento de las facturas depende de la potencia contratada y la franja horaria del consumo, que tiene diferentes tipos y costos. Pero al incremento del costo de energía -que oscila entre un 98 y 117 % aproximadamente- se agregan impuestos y aportes extras que se calculan sobre esa base: contribuciones municipales, ingresos brutos, lote hogar, IVA, alumbrado, Fondo para la línea de 500 Kv y aporte al fondo provincial Piede de infraestructura. Esos ítems aparecen en la columna de la derecha de la factura y han encarecido fuerte los valores a pagar en los vencimientos que operan en mayo próximo.
El problema impacta principalmente en más del 30% de la producción (ver recuadro), porque si bien el porcentaje mayor de regantes utiliza riego superficial, hay una proporción no menor que tiene su origen en aguas subterráneas, con lo cual es necesaria la utilización de bombas eléctricas para conseguir el recurso hídrico. También se suman las producciones que utilizan riego presurizado. ‘’Estamos muy preocupados.
Con pozos
30 por ciento de la superficie cultivada de San Juan, equivalente a 30.000 hectáreas, cuenta exclusivamente con riego por medio de pozos de agua para sus cultivos.
Por un lado el Gobierno impulsa la tecnificación de riego para cuidar el agua, pero el costo de la energía lo saca de sistema a ese plan. Pero además se desalienta la inversión y reconversión de viñedos, porque el costo energético lo hace imposible. Muchas propiedades quedarán abandonadas’’, lamentó el titular de AVI, Juan José Ramos.
El exportador Antonio Gimenez dijo que en su sector hay casos de boletas que llegaron hasta $120.000, contra $50.000 del año pasado. ‘’El sector no aguanta este nivel de costos’’, agregó y vaticinó que además de ‘espantar inversiones’, va a provocar cierre de empresas. También cuestionó que la producción financie obras de infraestructura a las distribuidoras eléctricas (por el aporte al fondo Piede) y pidió que se cobre tarifa diferencial según la estacionalidad.
Andrés López, horticultor y viñatero pocitano, descree que baje la inflación con los aumentos de servicios e impuestos, y dijo que ‘no hay entusiasmo de hacer parrales nuevos, de renovar’’. En sintonía, José Luis Martín, que lidera la CPEC de productores de Pocito, opinó que no habría problemas de afrontar el nuevo precio de la luz ‘si el precio de la mercadería acompañara esos incrementos’, cosa que no ocurre. Comentó que hay productores de 6 hectáreas con boletas de $15.000 de luz, que no pueden aguantar el nivel de costos.
El sector más afectado
Según entidades viñateras, en San Juan hay unas 30.000 hectáreas -aproximadamente el 30% del total de la superficie cultivada- que no tienen derecho a riego de las aguas del río San Juan, y por eso los regantes utilizan bombas para extraer el agua.
A eso se suma otro porcentaje de hectáreas -del que no existen cifras oficiales, pero que podría estar entre un 15 a 20%- que se han tecnificado con riego presurizado y precisan bombas para impulsar el agua por los sistemas de mangueras.
Productores de uva y de tomates informaron que en las épocas de cultivo los pozos y el riego presurizado se usan las 24 horas del día, durante dos meses seguidos, lo que demanda un gran consumo eléctrico. A esto se suma que se debe realizar el mantenimiento anual de las bombas, que insume un gasto de entre $150.000 a $200.000. Sin contar que se rompa, cuyo arreglo puede demandar unos $100.000.