Se llama Adrián García, tiene 30 años y su historia de vida es digna de quedar retratada para siempre en un libro. Oriundo del Lote Hogar 18, en Rawson, el joven siempre soñó con ser futbolista para intentar darle una mejor vida a sus padres y a sus siete hermanos, pero un accidente vial ocurrido hace casi diez años le cambió los planes y su vida dio un giro para siempre. Perder su pierna izquierda no le impidió seguir luchando por su sueño con la redonda, tanto luchó que hoy es el único sanjuanino en la Selección argentina de fútbol de amputados.
"Jugar en la Selección y representar al país me hace olvidar el hambre que pasé y por todo lo que me tocó pasar", expresa con lágrimas en los ojos Adrián. Y no es para menos, su vida está marcada por la humildad de su familia y el sacrificio que siempre hicieron Carlos y Rosa para darles de comer a Adrián y a sus siete hermanos. Precisamente por eso él soñaba con ser futbolista. Con tener un sueldo digno y poder colaborar con su familia.
A fines de 2013 Adrián había viajado a Chile para probarse en el fútbol trasandino con 20 años y cuando consiguió que el San Luis de Quillota lo fichara, volvió a San Juan con esa enorme felicidad para darle la noticia a sus padres. Meses antes había comenzado a trabajar en una empresa constructora y con eso se había comprado una moto en la que salió a dar una vuelta esa noche. "Lo único que me acuerdo es que doblé en una esquina y de ahí fue un apagón para mí. Me desperté a los 2 meses cuando me caí de la cama porque me faltaba la pierna.. Ahí fue cuando le dije a mi papá ´matame´, ¿para qué iba a seguir viviendo si no iba a poder jugar nunca más a la pelota?", recuerda.
#Historia #SanJuan ⚽️El futbolista amputado que a puro sacrificio se ganó su lugar en la Albiceleste����Quería ser jugador de fútbol y dejar de pasar hambre pero perdió la pierna y su vida le cambió: hoy sueña a lo grande con la Selección
Publicado por Diario de Cuyo en Martes, 11 de abril de 2023
Vinieron meses duros para él. No tenía ni la fuerza ni las ganas para levantarse de la cama. Su mamá había dejado de escuchar música en la radio porque su regalón ya no le podía bailar como hacía todos los días. Él se la pasaba encerrado mirando por la ventana como los pibes de su barrio jugaban a la pelota, el deporte que él amaba. Como si fuera poco, se cayó el techo de esa humilde casa donde vivía con la mala suerte que la silla de ruedas quedó entre los escombros. "Me preguntaba porqué Dios me hizo esto, si yo no era una persona mala, no tomaba, no fumaba, solo estudiaba y quería ser jugador de fútbol", expresa y agrega: "Mi mamá lloraba y me pedía que me levantara, fue por ella que me levanté. Lo primero que hice fue ponerme a patear una pelota contra la pared, así con una pierna, eso me devolvió las ganas de vivir", afirma emocionado. Dice que le sacó el auto a su papá y fue a dar una vuelta a la plaza. Hasta se las ingenió para poder andar en bicicleta, su papá le hizo una "pata de fierro" -como él mismo describe- que Adrián ataba con una piola para poder pedalear.

Su vida había vuelto a tomar un sentido y el deporte era su motor. Hizo básquetbol en silla de ruedas, levantamiento de pesas, boxeo, natación y hasta deportes extremos pero el fútbol seguía negándose. Hasta que un día y gracias a su psicóloga, conoció a José Coronado, otro sanjuanino que supo jugar en la Selección de amputados. "José me hizo entrar al equipo de fútbol. Fue en el año 2015. Viajé con mi papá a Entre Ríos y empecé a jugar en esa Liga, le dije a mi papá ´ya está´, no me falta la pierna solo me faltan las ganas de seguir. Sentí que estaba satisfecho", expresa. En ese primer año salió campeón y goleador. Al día de la fecha fue campeón nacional tres veces.
Pero no todo fue color de rosas para el papá de Zoe (9), Virginia (8) y Milan Jesús (1 año y seis meses), porque en el 2017 una infección en su pierna lo obligó a volver al Hospital y estar internado varios meses. En ese momento salió sorteado en el IPV y tuvo que pedir permiso para poder ir a recibir la llave de su casa. "Le agradecí a Dios porque me quitó una pierna pero me dio una casa, una familia y la enseñanza de que el fútbol es lo más lindo de la vida", comenta quien al poco tiempo se las ingenió para realizar todos los trabajos de albañilería que había que hacer en su nuevo hogar: la división y las rejas, todo fue realizado por él.

Durante la entrevista, sus ojos brillosos reflejaron sus sentimientos. Adrián recordó su dura niñez, recordó cuando tuvo que dejar la escuela para trabajar en el campo, cosechando cebolla o tomate para colaborar con sus papás. "Estaba cansado de comer tres días seguidos la misma comida pero a mi papá no le alcanzaba. Mi barrio además, estaba lleno de droga, de delincuencia y eso por suerte nunca me llamó la atención, yo quería vivir sano. Por todo eso decidí irme a buscar mi sueño de ser futbolista", recuerda el hincha de Unión quien pone a su familia como el eje que lo empuja a seguir día a día: "Mi pareja Paola, mis hijos, mis padres y hermanos son mi motor, para ellos yo soy un superhéroe sin capa pero yo no soy eso, soy uno más. Para mi el ´no se puede´ no existe" comenta.
A pesar de todo lo que vivió, no guarda rencores, siente que todo le dejó una enseñanza. Después de su accidente, gracias a un juicio civil pudo tener un auto. "Me manejo en bicicleta aunque tengo carnet de conducir hace 7 años. Al auto no me lo gané con mi esfuerzo, se lo quité a alguien por un juicio y eso no me hace feliz. Un auto no va a venir a reemplazar mi pierna", expresa.
Hace siete años que juega en la Selección argentina. Hace unos días recibió una nueva convocatoria y pronto estará viajando rumbo al Cenade en Buenos Aires para sumarse a ese pre-seleccionado: "Representar a la Selección me hace olvidar el hambre que pasé, los problemas que tuve. Cuando yo jugaba mis canilleras eran hechas con cajas de cartón porque mis papás no tenían plata para comprarme unas, entonces para mí es un honor muy grande poder vestir la camiseta celeste y blanca".
Adrián se propone quedar en la Selección definitiva que disputará este año la Copa América de fútbol de amputados y porqué no, jugar un Mundial. "Ese sería mi sueño máximo, voy por eso", afirma convencido quien que ya demostró que los límites no existen cuando la pasión es grande.
Entre agradecimientos y el pedido de un trabajo
Si bien la felicidad lo llena por esta nueva convocatoria, la preocupación también. Es que Adrián estará fuera de San Juan varios días y, teniendo en cuenta que es el único sustento de su familia, sueña con algún día tener el reconocimiento que amerita. Hoy trabaja en una Cooperativa en la Municipalidad de Rawson y brinda clases de fútbol a pequeños de entre 7 y 15 años del barrio Cuesta del Viento y Villa Navidad, si bien agradece por ese trabajo, aún así no le alcanza por eso espera algún día poder quedar en planta permanente del municipio.
Adrián es un agradecido de la vida. Es que pasó siete años esperando por una prótesis y cuando se la llevaron de tanta felicidad que tenía se fue en bicicleta hasta Albardón. Hoy la que tiene es una de las más costosas que hay en el país y se la regaló Héctor Tula, un futbolista tucumano que conoció en la Selección argentina de amputados. También agradece a "Sillalinda" una empresa sanjuanina que le hizo los bastones que se necesitan para poder jugar al fútbol. "Un día fui a pedir trabajo y me dijeron en qué podían colaborar conmigo, me regalaron dos pares de bastones, siempre voy a estar agradecido. Están hechos con caño fijo, ya el mismo uso los ha deteriorado por eso los soldé varias veces pero todavía tiran", cuenta entre risas el sanjuanino quien también agradece a un amigo que le brinda las vitaminas porque él no se las puede comprar y al profe Alejandro Moreno quien gratuitamente es su personal trainner en el Gimnasio Calidad de Vida.
