Milagros Quiroga recibió, ante la multitud, el contundente veredicto del jurado, con 26 votos, ganó los atributos y el título de Paisana Nacional de la Tradición. Esta joven de 18 años de edad, no sólo es una cara bonita. Es bailarina de danza tradicional, árabe y contemporánea, profesora de inglés y secretaria general del Centro de Estudiantes de la EPET N*1. Pero lo que la define más es su personalidad: comprometida con causas sociales y quien hace del pensamiento y la solidaridad, una práctica constante. Participa activamente en su comunidad, trabajando en merenderos y colectas de ropa en organizaciones sociales. Disfrutando de sus primeras horas con la corona, Milagros dio una entrevista abierta con DIARIO DE CUYO.
– ¿Considerás que este acto sea un mero concurso de belleza?
– De mi parte, no. No considero que sea un concurso para explotar lo bonito. Además, me parece que las mujeres no sólo somos una cosa estética. También deben evaluarnos por nuestra capacidad mental.
– ¿Por qué decidiste participar y exponerte?
– Al principio, mis amigos y mi familia me incentivaron. Pero finalmente lo decidí por voluntad propia, en el momento en que vi esa denigración hacia mis compañeras, las Embajadoras del Sol, por parte de los dichos discriminatorios y repudiables de esa locutora de radio (Natalia Vargas de Radio Cosmos), no me gustaron para nada. No nos merecemos maltratarnos así entre nosotras. Por eso quise presentarme para demostrar lo fuerte y valientes que somos las jachalleras.
– ¿Para qué sirve ser Paisana de la Tradición?
– La Paisana Nacional es una autoridad más en la vida pública y una entrada para poder concretar muchas acciones y proyectos. El primero que tengo, es realizar un Hogar de Día para ancianos, con aspiración a que se convierta en una residencia. Antes, nuestros padres cuidaban a sus propios padres hasta el final. Aunque nos cueste creerlo, hoy hay abuelos en situaciones de abandono, en situaciones muy feas por la avanzada edad. Mi idea es proveerles de salud integral, física y mental y contar con un espacio de recreación para que recuerden quiénes son, que puedan vivir cómodos y felices.
– ¿Qué lugar ocupa la mujer en Jáchal?
– El rol de la mujer siempre tuvo mucha importancia en la historia. Nosotras descendemos de las antiguas mujeres jachalleras, una en particular, que siempre me basé en ella, llamada Juana Ormeño, con 15 años, fue la única jachallera que en la celebración por la declaración de la Independencia, salió a festejar. Cortó su cabello, se vistió de patria y fue la única en formar parte de la tropa del Comandante Cabot. Es un gran ejemplo para mí. Fueron mujeres gauchas, como Martina Chapanay, como Juana Azurduy, que salieron a pelear por lo nuestro, para que la libertad no sea arrebatada. Mi anhelo como jachallera es pelear y defender a Jáchal, "el pueblo de mis amores", como dice Don Buena.
– ¿La idea de obedecer y ocuparse de lo doméstico, quedó como un mandato del pasado?
– Sí, precisamente, hacer esta experiencia de ser elegida como Paisana me hizo comparar lo que fui como niña hace tiempo atrás con lo que soy ahora. Me siento completamente distinta. Creo que las mujeres debemos dejar de ser sumisas. Salgamos a pelear, a cumplir nuestros sueños. Porque hay mucho machismo que sacar de las sociedades muy conservadoras. Debemos dejar de ver a la mujer como ama de casa.
– ¿Qué mirada tienes sobre la interrupción voluntaria del embarazo? ¿Este tema es discutido en la comunidad?
– En Jáchal, como en el resto del país, es muy fuerte el debate, todo se discute, pero en lo personal, prefiero reservar mi opinión, porque no quiero generar conflictos. Aunque sí, es cierto que la Educación Sexual Integral es muy necesaria, sobre todo en la primaria. Al principio no conocía nada del tema, pero me informé mucho y descubrí que es muy necesario para que los niños conozcan lo que está bien y lo que está mal, en especial acá en Jáchal.
– ¿Cuáles son tus mayores aspiraciones?
– A fin de año haré el cursillo de ingreso para la Licenciatura en Psicología en Córdoba. Quiero trabajar en centros de rehabilitación para mujeres y para el tratamiento en adicciones. Porque en mi pueblo hay muchos jóvenes con problemas y las mujeres deben dejar de tener miedo, que debe denunciar lo que sufre. En mi casa se cultiva la empatía para ayudar al otro que no tiene nada, al que sufre necesidades. Pero también, es por una fuerza propia que tengo. Detesto las injusticias y de mi lugar, quiero combatir eso. Me duele mucho saber que hay personas que no tienen lugar donde habitar, que pase frío en invierno y mucho calor en verano. Yo que tengo un hogar confortable, lo pienso y me preocupa mucho, aquellos niños que pasan hambre en zonas rurales. No es bueno que se abran merenderos, aunque sean necesarios ahora, pero debemos garantizar los derechos para niños y mujeres a todos por igual.
– ¿Sentís que querés bajarte del mundo o mantenés esperanzas para un futuro más igualitario?
– Últimamente, a pesar de todas las cosas que están pasando ahora, yo creo que sí, tendremos un futuro mejor.
FOTOS DANIEL ARIAS