En San Juan, son cada vez las mujeres que se animan a quedar embarazadas sin una pareja masculina. A su vez, la edad de quienes se someten a tratamientos de fertilidad va en aumento. Esas son algunas de las características que marcan tendencia en torno a las prácticas de inseminación que se realizan actualmente en la provincia, según detalló el especialista Jorge Loncarich, de la clínica Vidas.

 

El médico comentó que, actualmente, en promedio, de 10 casos que atiende 2 son de mujeres que se acercan solas o con una pareja del mismo sexo, por lo que tienen que recurrir sí o sí a la compra de semen.

 

Según detalló, esta situación tiene que ver sobre todo con la implementación de la Ley de Fertilización Asistida, sancionada en 2013. La norma obliga a obras sociales y al Estado a cubrir las prácticas, lo que ayudó a que muchas personas que antes no podían acceder a los tratamientos por razones económicas ahora puedan realizarlos.

 

 

Para esto, hay tres bancos de semen en el país, todos están en Buenos Aires. Estos ofrecen un sistema de elección abierto (tipo catálogo) y uno cerrado o anónimo, a través del cual no se revela la identificación del donante. “Acá el más elegido es el anónimo, sobre todo porque el catálogo lleva muy poco tiempo de existencia y es más caro”, afirmó el especialista. Y contó que la muestra de semen es enviada por los bancos en avión y retirada por un servicio de transporte especial que la lleva hasta la clínica congelada en nitrógeno.  

 

En cuanto a los costos, el médico sostuvo que la cobertura de las obras sociales es dispar. Sin cobertura, el costo del semen ronda los $8.000 y el envío cuesta $5.000. A eso, se debe sumar el tratamiento, que tiene un valor de alrededor de 10.000 pesos, y la medicación. Como consecuencia, cada tratamiento vale unos $25.000.

 

Cada vez más grandes

 

Otra de las características que Loncarich resaltó fue el aumento de la edad de las pacientes, tanto de aquellas que asisten solas como de quienes se acercan en pareja. Y acentuó que esta situación en muchos casos juega en contra del tratamiento.

 

“La edad de los pacientes ha crecido y cada vez crece más. La gente tendría que venir con más tiempo, vienen a los 40 y ahí se complica. La edad ideal es antes de los 35 años, pero el estilo de vida que llevamos hoy, las cuestiones económicas y la decisión de tener una profesión, un auto y una casa antes que un hijo demoran la consulta”, sostuvo el médico.