La rocambolesca decisión del Gobierno de Sri Lanka de reinstaurar una ley que prohíbe comprar alcohol a las mujeres apenas una semana después de suspenderla ha puesto en pie de guerra a las mujeres en el país y ha abierto una brecha en el Ejecutivo por su errática política de igualdad de género.
Desde el jueves, las mujeres no pueden comprar alcohol en Sri Lanka salvo que se cuente con un permiso explícito del comisionado de Impuestos, tras un paréntesis de una semana.
Hasta la semana pasada, mucha gente no sabía que en Sri Lanka estaba prohibida la venta de alcohol a las mujeres, por lo que la decisión del ministro de Finanzas, Mangala Samaraweera, de acabar con esta orden de 1979 causó más sorpresa por lo prohibido que por la decisión. Más estupor aún causó el anuncio cuatro días después del presidente del país, Maithripala Sirisena, de anular el levantamiento de la prohibición, algo que se aplica fundamentalmente en licorerías y bares, y que ha llevado a las mujeres del país a impugnar ante el Supremo una decisión discriminatoria y contraria a los principios fundamentales de la Constitución.
“Es como que el Gobierno tuviera un caso agudo de esquizofrenia: por una parte promueve la inclusión de la mujer en puestos de responsabilidad, que es la forma correcta de actuar, y por otra parte están eliminando el derecho a decidir en casos como este”, dijo a Efe Sepali Kottegoda, directora de la ONG Colectivo de Mujeres y Medios. La activista señaló que esto denota que “el Gobierno no tiene política de igualdad para las mujeres y parece asumir que las mujeres no son capaces de tomar sus decisiones”.
El Gobierno de Sri Lanka promueve intensamente el papel de la mujer a través de un sistema de cuotas obligatorio en los partidos políticos, pero por otra parte la antigua Ceilán es la nación con menor número de mujeres parlamentarias del Sur de Asia. En el país hay normas como que las mujeres con niños menores de cinco años no pueden viajar por trabajo al exterior sin permiso legal, una norma pensada para las mujeres que trabajan como empleadas domésticas en Oriente Medio.
El año pasado, el Gobierno intentó legalizar el aborto terapéutico, pero finalmente encajonó el proyecto por presiones religiosas en este país mayoritariamente budista.
Las incoherencias no están sólo en las decisiones sino en las posturas de los 46 miembros del Gabinete del Gobierno formado para derrotar hace tres años a Mahinda Rajapaksa (44 de ellos hombres), en el que las diferencias son cada día mayores.