Juntaron botellas, las limpiaron, recolectaron tapitas, trapos, cartones y en menos de dos días construyeron un árbol de Navidad para colocar en el patio de la Comisaría 28, que está en el barrio Foeva y que está estrenando nueva sede. Así, los niños mostraron todo su espíritu navideño, pero además, su costado ecológico. Algo que aprendieron bien en la escuela de La Bebida a la que asisten. Se trata de Demetrio (10) y Zaira Carrizo (8), que son hermanitos.
La elección de escenario para montar el ícono de las fiestas no fue casual. Se trata de la seccional donde su mamá Yanina trabaja. De este modo le cambiaron la cara al destacamento policial que acaba de estrenar su sede.
Los niños también están estrenando casa con su mamá. Esto porque acaban de entregarle una vivienda en el barrio Conjunto 6, en La Bebida. Es por eso que también confeccionaron adornos reciclados para este lugar. Todo lo hicieron rápido y la iniciativa surgió de ellos mismos. Durante el tiempo que trabajaron, inundaron el comedor con papelitos, plasticola, cartulinas y botellas. No faltó ingenio ni entusiasmo. Hasta buscaron algunos muñecos viejos para realizar la representación del Nacimiento de Jesús. Luego de que todo quedó listo, el 8 de diciembre pasado, tal como lo marca la tradición, la mamá y los chicos tomaron un remís con el arbolito y llegaron a la comisaría. Allí, en uno de los patios, se dispusieron a colocar la ornamentación que ahora hace del lugar un sitio llamativo.
La rapidez con la que trabajaron se debe a que en la escuela Castelli, donde estudian, les enseñaron muchas técnicas de reciclaje. Los chicos hicieron varias cosas durante el ciclo lectivo y hasta aprendieron a cómo transformar varios elementos para convertirlos en cosas útiles y así ayudar a los demás.
La historia de Demetrio salió a la luz en este invierno pasado cuando se conoció que el niño estaba tejiendo distintas prendas para poder ayudar a los más necesitados. El chico oriundo de La Bebida, se reunió con su primo Francisco. Se propusieron aprender a tejer para regalarle una bufanda y un gorrito a una nena que veían desabrigada en la escuela. A partir de ese momento, se convirtieron en protagonistas de una campaña que llevó donaciones tejidas al Hogar de Ancianos.
Esta historia comenzó cuando Demetrio, en pleno invierno, vio en el recreo cómo una nena que estaba en el patio de la escuela, no tenía ropa de abrigo. En ese momento le comentó a su señorita del 5to grado B para ver qué se podía hacer para ayudarla. Así fue que el chico comenzó a incursionar en el tejido y armó una campaña solidaria.