Por Fabio Cavaliere
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DIARIO DE CUYO

El hincha argentino es así, con "aguante" y visceral. Y cuando se está lejos de la tierra natal y en alguna cita que concita emoción sin límites como lo es un Mundial se potencia mucho más. Por eso "la banda’ argentina, con más de 30 mil almas, que llegó a Kazan desde temprano, ya desde el ingreso al estadio derrochaba cánticos y optimismo, aunque la realidad de la Selección no transmitió eso desde hace un buen tiempo.

Por eso, a la postre, el cacheteo de Francia despertó a los hinchas argentinos y la desazón y la tristeza los invadió más que nunca: ahí sí quizá pesaron más los miles de kilómetros que se hicieron a Rusia o las peripecias para llegar a Kazan.

"Vamos Argentina, sabés que yo te quiero", la canción con el ritmo de El Pepo que ya es un himno en este Mundial sonó en toda la previa en el Kazan Arena y otra vez se hizo fuerte este "himno’ tras La Marsellesa francesa. Los hinchas albicelestes, durante los primeros minutos aplaudieron cada intervención de los jugadores. Pero el tiro en el travesaño de Griezman trajo el primer aviso para tomar conciencia contra quién se estaba jugando.

Tras el penal y los insultos a varios jugadores propios, ya que llegó tras un ataque del equipo de Sampaoli, siguió la expectativa y la ansiedad porque se tenía llegada al arco de Lloris. Por eso, el golazo de Di María cumplió con lo que se respiraba en el ambiente. Ni hablar en la segunda parte cuando se dio vuelta el resultado tras el fortuito tanto de Mercado para el 2-1 transitorio.

Ahí el espejismo fue real para la parcialidad nacional pero lo fue por la efervescencia que se vivía. En ese volcán de emociones no se evaluaba que el marcador cambió por una jugada con mala fortuna para el rival. Así, la ráfaga "blues" que siguió fue una batería de piñas que noqueó y resignó desde el hincha que manejaba el bombo hasta la mamá que sólo quería que su hijo no llorara más.
Los comentarios sobre el planteo del técnico se escuchaban más seguidos, al igual que los cambios, y sobre todo los gritos a los defensores que no podían arrear a ese búfalo que era Mbapeé.
Con la templanza que quizás no se vio otra veces, el hincha se resignó y sólo alentó a un conjunto que en cuestiones futbolísticas nunca le pudo pelear mano a mano a la artillería francesa.
Fue en pleno revoleo de camisetas, levantando el "honor’ argento para la despedida, que llegó el gol del Kun Agüero. Esto llevó a una tibia última esperanza de los simpatizantes que se fue con los gritos de lamentos al cielo con el remate con rebote sobre el pitazo final.

Mientras los "blues" festejaban con su música electrónica de fondo, los hinchas albicelestes optaron por quedarse un tiempo sentados mirando la nada. Recién reaccionaron cuando Messi y compañía levantaron las manos para despedirse. Ese adiós final fue con aplausos para todos. Quizás ese hincha presente en Kazan, cansado por un día agotador de viaje, tomó conciencia que este "Rusia 2018′ fue más el fervor infaltable que las aptitudes concretas de una Selección que nunca terminó de definirse.