A River le ganaron a lo River. La noche en Curitiba fue más que problemática para el equipo de Marcelo Gallardo, que perdió ampliamente la batalla táctica ante un Atlético Paranaense profundo e intenso que lo dominó y se llevó un 1-0 en la ida de la Recopa Sudamericana que terminó siendo poco por el trámite del juego. Y es lo mejor que se llevó el Millonario de Brasil: saber que todavía está en carrera.
Fue total el respaldo del Muñeco al equipo que goleó 4-1 a Atlético Tucumán en la Copa de la Superliga: salieron a la cancha los mismos once que habían realizado uno de los mejores partidos del ciclo. Y así el DT volvió a repetir un equipo después de casi un año, ya que la última vez había sido entre julio y agosto del año pasado en el 3-1 a Villa Dálmine en la Copa Argentina y el 0-0 con Racing de la Copa Libertadores.
Pero todo lo bueno que mostró frente a los tucumanos se desvaneció frente a un rival que entendió a la perfección cómo debía jugar el partido. River, con Enzo Pérez en el eje, más Palacios por derecha, Nacho Fernández flotando y De La Cruz por izquierda, perdió muy rápido el control del juego, estuvo lejos de conseguir un empate y el técnico Tiago Nunes le ganó muy bien la pulseada a Gallardo.
Tanto que se habló y se opinó sobre la influencia del césped sintético del Arena da Baixada, los primeros segundos comprobaron la diferencia y estuvieron cerca de complicarle muy rápido la serie a River: Casco controló y eludió a un rival, pero la pelota se le fue muy larga, Enzo Pérez trastabilló y la posesión le quedó a Lucho González, quien intentó sorprender a Armani con un remate largo que el arquero desvió. Un acelerado comienzo que empezó a marcar el ritmo del partido en un terreno que hizo correr la pelota más rápida que lo habitual.
Paranaense apostó por la presión y la intensidad para sorprender con Wellington y González de referencia en el medio, mordió y presionó a los volantes millonarios, lastimó con los tándems Jonathan-Nikao por derecha y Lodi-Rony por izquierda a las espaldas de Mayada y Casco -nunca pudieron proyectarse- y generó siempre superioridad numérica en todas las líneas.
Y así terminó abriendo el marcador a los 26 minutos: aparición a toda velocidad del lateral Lodi por la izquierda detrás de Mayada, centro para el control y la asistencia de Rony y definición de Marco Ruben. Una fórmula que representó lo que fue el desarrollo del juego.
Aunque el equipo brasilero redujo en parte su ímpetu por momentos, a River le jugaron como suele jugar River. Así, no pudo hacer pie para desplegar el buen juego que supo mostrar a lo largo del semestre, se mostró más impreciso de lo normal, presionó desordenado y lo sufrió con un Enzo Pérez desbordado en el eje. Conclusión: sufrió y no hizo sufrir.
Recién al ubicar a Suárez y De La Cruz como extremos y permitir que Palacios y Nacho Fernández jueguen de internos, el equipo de Gallardo tuvo minutos de calma, pero no duró mucho. En el complemento, si no hubiera sido por las constantes apariciones de Armani, la gran figura, Paranaense habría ampliado la diferencia porque nunca dejó de maniatar y lastimar a un Millonario que estuvo demasiado partido y no pudo ser en ningún momento lo que suele ser.
La expulsión de Casco en el final del juego a través del VAR por un golpe en el rostro a Rony fue un reflejo de una impotencia absoluta tras ser ampliamente superado. Pero la tarea de su arquero, la ineficacia de los brasileños y la serie de 180 minutos le permiten todavía tener vida a un River que estuvo muy lejos de su mejor versión y ahora deberá reivindicarse el próximo jueves ante su gente en el Monumental. La historia todavía sigue abierta y se difine el jueves 30, a las 21.30, en el Monumental.