2-2. Minuto 96. El ‘9’ de Bélgica, con sangre fría, abre las piernas como si el partido recién empezara, habilita a un compañero y su equipo gana 3-2 a Japón para meterse en cuartos de final de Rusia 2018. Ese ‘9’ es Romelu Lukaku y hace pocas semanas dio a conocer su dura infancia.
El jugador de 25 años contó que su padre fue futbolista profesional, pero que el dinero se acabó cuando él era un niño: "Lo primero que perdimos fue la televisión por cable. Se acabó el fútbol. No había señal", aseguraba Romelu.
Lukaku recuerda un suceso que cambió su vida cuando él tenía seis años: "Volví a casa a almorzar al salir del colegio. Mamá tenía lo mismo de siempre en el menú: pan y leche. Pero ese día volví a casa y mamá empezó a mezclar la botella de leche con algo más. Ella me sirvió el almuerzo con una sonrisa como si todo estuviera bien. Pero comprendí lo que estaba haciendo. Estaba mezclando leche con agua. No teníamos suficiente dinero para hacer durar la botella toda la semana. No éramos solo pobres; estábamos en la ruina", contó.
“A la gente del fútbol le gusta hablar de fortaleza mental. Bueno, soy el tipo más fuerte que jamás conocerán. Porque me acuerdo sentado en la oscuridad con mi hermano y mi mamá, rezando, y pensando, y creyendo, y sabiendo que iba a pasar”, aseguró Lukaku, quien aseguró que su meta en el tiempo era ser profesional para ayudar a su familia.
"Jugué con mucha bronca, por muchas cosas: por las ratas que corrían por nuestro departamento, porque no podía ver la Champions League por televisión, por los padres de compañeros que me miraban mal […] A los 12 anoté 76 goles en 34 partidos; todos los hice con los botines de mi papá”, confesó Lukaku, quien logró su sueño y ahora va por más: dejar en lo más alto a Bélgica.