La puerta de vidrio con un agujero, todo astillado, en la parte inferior. El hueco, de no más de 30 centímetros de diámetro y un bastón de madera de pino junto a ella, en el piso. Con ese panorama se encontró este martes en la mañana Julio Aranda, el responsable de la obra social OSPIDA, que nuclea a los empleados gráficos en la provincia.

El hecho tiene algunas aristas extrañas. Primero, que él o los delincuentes que ingresaron lo hicieron por una cavidad muy reducida sin lastimarse (no hay rastros de sangre).

Segundo, adentro revolvieron todos los cajones, pero no está claro qué buscaban. "Dinero no tenemos acá, tal vez creyeron que sí. Pareciera que está todo, tenemos que revisar los papeles", explicó Aranda.

Aún creyendo que lo que buscaban era dinero, había otros efectos de valor como computadoras, impresoras, etc. Y, teniendo en cuenta que la alarma no estaba conectada y que la zona carece de seguridad -no hay cámaras-, no hicieron usufructo de la ventana de tiempo que tuvieron -se cree que esta madrugada- para hacerse con el botín