En su sapiencia empírica, en todos los tiempos vigentes, el Derecho Romano, en su evolución permanente, estuvo plagado de genialidades. Una de ellas, sin lugar a dudas, fue la figura del "Pretor". El mismo poseía diferentes funciones y categorías, este, no solo aplicaba el Derecho, sino que lo generaba a veces, ya que poseía lo que se denominaba el "ius edicendi". Pontífice de la razón hacía las veces de lo que hoy se conoce como "Magistratura", y era el agorero real de la conciencia social. Administrador de la benigna equidad, era el pacificador entre las múltiples resoluciones de derecho, porque además de justo, era para todos igualmente bueno. Él forjaba el cristal de todos los derechos por sus características de hombre Justo, en la aplicación de la norma. A su vez, arquitecto del Derecho, en cuanto a su creación, generando además el derecho "ex novo", según las necesidades sociales. Sin lugar a dudas, en el mensaje del presidente de la Suprema Corte de Justicia, en el comienzo del año Judicial, se vio inspirado también por la figura del Pretor Romano. En su minucioso discurso del Dr. Carlos Rosenkrantz, envía un mensaje fuerte y áspero, y lo más grave aún, es que advierte la falta de confianza en la justicia, por parte de los justiciables. En un país donde en muchos sectores se vive al margen de la ley, siendo el mismo un factor netamente anómico, fundado en diversas causas, siendo tal vez la más importante las económicas sociales. En esta inteligencia Rosenkrantz y además, habiendo sido discípulo del filósofo "Carlos Nino", tiene su marcada influencia, en la concepción de la problemática jurídica actual, sobre todo, y siendo este último el autor del libro "Un país al margen de la ley" se puede entender claramente el mensaje. Nino destaca una tendencia recurrente de la sociedad Argentina, y en especial de los sectores de poder, a la "anomia" en general, y la "ilegalidad" en lo particular, o sea, la inobservancia de las normas que vinculan la involución del desarrollo, con inestabilidad, y los golpes de estado. La anomia en sí, puede involucrar la inobservancia de normas morales, jurídicas y religiosas. A su vez la fuente inspiradora de Nino fue Emile Durkheim, quien vincula la decisión fructífera del trabajo al necesario sometimiento a las reglas. Es que en definitiva, la ley no se interpreta, sólo se cumple. No debería pasar por alto el libro de Federico Morgestern, donde Rosenkrantz escribió el prólogo. El título del mismo es "La cosa juzgada fraudulenta", figura jurídica aplicable en la reapertura de los casos de corrupción, y trata de los juicios cerrados de manera irregular, relativizando el principio del "non bis in ídem" (principio de la doctrina de la sentencia írrita). Las definiciones del presidente de la Corte son elocuentes, y habla sobre el rol de sentenciar. Asimismo, hace una crítica a la justicia, y expresa que debe estar sujeta a reglas de evaluación y comportamiento públicos y transparentes, en definitiva reglas claras establecidas de antemano. El punto, sin lugar a dudas, es cuál es la posición que debe tener la Magistratura hoy, toda vez que es por donde pasan, hoy, las decisiones de la continuidad política de los Gobiernos, situación esta por demás grave. Entonces deducimos que la aplicabilidad de la teoría de Nino hoy está vigente, como nunca, y no se puede generar confianza en el marco actual, en un terreno áspero, y en una situación terminal donde las instituciones en general hacen agua. Será cuestión de copiar lo antiguo y volver al temperamento del "Praetor" Romano, personaje este respetado y justo, en una sociedad, que definitivamente esperaba de él lo mejor, y lo obtenía.

 

Generar confianza

El Magistrado es el que hoy debe generar la confianza en los Justiciables, dando muestras claras de seriedad, con fallos justos y ecuánimes, y fundamentalmente, llegando a la gente, y a los sectores más vulnerables, porque en definitiva, la gente que no tiene nada, solo tiene el Juez como última alternativa de salvación.

 

 

Por Dr Juan Carlos Noguera Ramos
Abogado