
Cuando un paciente entra en contacto con un médico y se establece una relación terapéutica, a expensas de ambos y de dicha relación, se desarrolla un sistema que tiene por objeto la interacción, en la que tanto uno como otro se han de encontrar comprometidos en una causa que promueve a ambos en la consecución de un fin preciso: la curación de una enfermedad o al menos su alivio. Tanto el paciente como el médico buscan el bien (beneficencia), es decir, buscan promover y promoverse; y de la promoción del uno depende también la promoción del otro. En la relación médico-paciente, se tiene como fin inmediato restaurar la salud del enfermo: lograr para él que sus funciones se acerquen lo más posible a la línea de trayectoria que en su naturaleza se representa como óptima. En otras palabras, que el paciente logre una integridad y totalidad de su realidad biológica con sus necesidades emocionales, con su entorno social y familiar, y con su trascendencia espiritual. Todas estas dimensiones son insoslayables. El acto conjunto del paciente y del médico en la búsqueda de dicho objetivo, promueve tanto al uno como al otro en la consecución de un bien que se ha elevado a fin y que perfecciona a ambos.
En función de tal situación, la relación médico-paciente conlleva responsabilidades tanto para uno como para el otro. El médico tiene grave responsabilidad con el paciente y consigo mismo; el paciente, de la misma forma, tiene responsabilidades con el médico y consigo mismo.
Este interjuego de compromisos tipifica la relación médico-paciente como una relación de sinergia. La American Medical Association fundamentó en 1980 la formulación de su código de principios de ética médica en este concepto de interacción médico-paciente como una alianza mutuamente respetuosa.
Comunicación con el paciente
El paternalismo médico murió de muerte natural. Siglos pasados fueron testigos de cómo el médico "indicaba" sin mayor información, pues la población estaba mucho menos informada. Internet y los medios de comunicación trajeron aparejado el fenómeno de la información relativa a su enfermedad por parte del paciente.
Surgió la necesidad del consentimiento informado y en general una mayor información al paciente. Pero del antiguo paradigma
"comunicar para intervenir", se pasa hoy al paradigma "intervenir a través de la comunicación". El rol de la comunicación en medicina fue siempre importante, pero dada la sensibilidad contemporánea acerca de la autonomía del paciente y por ende los problemas conexos al consentimiento informado, es que la cuestión de la comunicación médico-paciente, asume hoy una real significatividad.
Todo esto hace que el arte de comunicar al paciente hoy algunos la comiencen a llamar con nombre propio, aunque no tenga mucha difusión. El bioeticista italiano Salvino Leone la califica como "logotécnica clínica".
La experiencia muestra que no todos son dotados naturalmente de entrar en buena comunicación con su paciente. Hay quienes sí, en efecto, les resulta cómodo y fácil el diálogo, otros en cambio encuentran dificultad, pues son menos expansivos o muy reservados. Por tanto, a comunicar se aprende. El personal sanitario no ha de ahorrar esfuerzos en capacitarse continuamente, y así brindar una mejora de calidad en la relación médico-paciente. La confianza del paciente no tardará en hacerse visible aun en su mirada y su rostro. El no comunicar traería por ende un gran desconcierto y una súbita desconfianza.
Generar empatía
Una sonrisa, un apretón de manos, una palabra cálida de bienvenida, generan empatía. Una postura corporal que demuestre desinterés o el "mirar" continuamente la computadora mientras el paciente escucha, son malas señales de comunicación.
Pero la comunicación no termina aquí, aunque algunos entienden que han "comunicado" sólo porque han transmitido un mensaje. A esta fase le sigue el feedback, o sea, un mensaje de devolución, de retorno, que testimonia la recepción del mensaje mismo. El paciente tiene la palabra. La mayoría constata que el médico acompañó el proceso de salud en la mejor manera que pudo. Algunas veces las críticas serán una oportunidad para mejorar la calidad comunicacional. Y muy pocas veces habrá denuncias de abandono, mala praxis, insinuaciones y hasta abusos. Esto es aprovecharse de la condición de "superioridad" del profesional sobre el paciente vulnerable. Gracias a Dios la inmensa mayoría hace honor a su compromiso de bien.
Por Pbro. Dr. José Juan García
Vicerrector Universidad Católica de Cuyo
