Dice que de golpe se le aparecen en la mente las imágenes que vio en vivo con sus propios ojos, las del Fiat Argo suspendido en el aire y luego cayendo con toda la furia al asfalto. Que no puede dormir, traumatizado por esas escenas. Que nunca vio a su esposa tan angustiada y que sus nietas lloran a cada rato. Jorge Sarmiento (56) reveló el drama que él y su familia atraviesan, porque no solamente fueron testigos directos de la tragedia que se cobró cuatro vidas el último miércoles en Ullum, sino que además vivieron en carne propia el terror de ser alcanzados por uno de los vehículos. "Saber que podríamos estar en un cajón y no es así te da mucho alivio. Pero ahora convivir con el trauma es terrible, porque vimos cómo el Argo se nos venía encima y uno de inmediato piensa lo peor. Por suerte sólo fue un toque y la podemos contar", dijo, un tanto agitado, desde su Jáchal natal, que no sale de la conmoción.

Jorge es docente. Ese día había viajado en su camioneta Mitsubishi a Capital con su esposa Adela Ahumada (52), su hija Mayra (32) y dos nietas de 9 y 5 años. Hicieron compras, fueron al médico y por la tarde emprendieron el regreso, sin imaginarse jamás que sus nombres iban a aparecer luego en las noticias, porque en la Ruta 40, a la altura del Villicum, quedaron envueltos en el múltiple siniestro. "Venía a 80, más no porque ya no había casi luz y en esa zona hay badenes. En eso que miro para atrás por el espejo veo al Argo, pero nunca lo tuve detrás mío, porque me pasó como vino, con doble línea amarilla. Iba muy rápido", recordó. Lo que siguió después fue desesperación, porque de repente aparecieron en su campo de vista las luces de la Chevrolet S-10, que venía de frente. "Parece que no la ha visto, fue todo en segundos. No le dio tiempo…". Jorge por un momento dejó de hablar, hasta que recuperó fuerzas: "Chocaron muy fuerte, más o menos a la altura de la puerta trasera de mi camioneta. Por Dios… pude ver todo, el Argo voló y cayó con todo al asfalto. Estuvo suspendido como a 50 centímetros del piso, y cuando cayó se sintió una explosión". A esa altura él ya se había largado a la banquina y conducía despacio cuando se llevó el susto más grande de su vida: "El auto hizo como un trompo y empezó a derrapar hacia donde estábamos nosotros". Pensó en sus nietas, cerró los ojos y escuchó los gritos y el llanto de sus seres queridos. Y tuvieron suerte, porque la Mitsubishi terminó solamente con un abollón en la parte trasera y a ninguno de ellos le pasó nada. "Me paré más adelante, como a 100 metros, y respiré. Los autos se empezaron a parar, se llenó el lugar de gente. Era todo un desastre, la calle estaba llena de cosas por todos lados", dijo. ¿Por qué se fue? Explicó que fue porque "las nenas no paraban de llorar" y porque él es diabético y su mujer hipertensa, y que temían por su salud. El hombre más tarde se presentó a declarar en la comisaría de Jáchal y quedó vinculado a la causa.

El Argo era guiado por Miguel Ángel Rodríguez (37). Él falleció, al igual que su hija Luana (9) y su suegra, Dominga Garay (58). También fue el fin de Ángel Javier Noguera (52), conductor de la S-10. Y falta mencionar otro vehículo, el VW Gol Trend de Leonardo Cortez (40), que circulaba detrás de la camioneta de Noguera y que terminó a los tumbos tras dar un volantazo para evitar impactar a los otros. "Cómo habrá sido de rápido todo que a ese ni lo vi", cerró Jorge.