
Según una antigua tradición Santa Bárbara fue una joven conversa de los primeros siglos que fue encerrada por su padre pagano en su castillo para forzarla a la apostasía. Al no conseguirlo, permitió que la martirizaran cortándole la cabeza con una espada y él mismo murió fulminado por un rayo.
Nació en Nicomedia, cerca del mar de Mármara, a principios del siglo III. No existen referencias a Santa Bárbara contenidas en las primeras autoridades de la Iglesia ni en el martirologio de San Jerónimo. No obstante, la veneración a esta santa era común desde el siglo VII. Alrededor de esta fecha existieron las legendarias actas de su martirio, los cuales fueron incluidos en la colección de Simón Metafraste, uno de los más renombrados hagiógrafos bizantinos. Se le representa con manto rojo, cáliz de la sangre de Cristo, rama de olivo, corona y espada, todos ellos símbolo del martirio.
La leyenda de que su padre fue fulminado por un rayo causó, probablemente, que fuera considerada por la gente común como la santa patrona en tiempos de peligro, también de las profesiones que manejan explosivos, debido a la leyenda del rayo y, especialmente, de los militares que pertenecen al arma de artillería en la mayoría de los ejércitos, incluso en algunos países árabes. En las cuencas mineras asturianas y leonesas le dedican un himno llamado Santa Bárbara bendita, por ser patrona de los mineros. También es la patrona de los electricistas, feriantes y fundidores. Es clásico su patronazgo de los canteros; por ello en alguna iconografía aparece su figura junto a bloques de piedra.
Hace muchos siglos, la Iglesia Católica nombró a Santa Bárbara Santa protectora contra rayos y tormentas. Como tal se le rendía un culto especial, con rituales que adquirían modalidades particulares en cada nación, en cada región e incluso en cada lugar. Esta era la invocación más generalizada en Cantabria, aunque había otras tan originales como la que sigue, plegaria con la que expresamente se solicitaba la ausencia de granizo, para proteger la cosecha de maíz.
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En San Juan existen numerosos templos erigidos en honor de Santa Bárbara, como los instituidos en los departamentos Pocito, Angaco y Albardón. Algunos de ellos surgieron "vía laica” es decir que los mismos creyentes instituyeron su culto, otros germinaron por iniciativa eclesiástica. La fiesta más representativa en nuestra provincia es la realizada en la localidad jachallera de Mogna, la cual año congrega a miles de peregrinos, siendo una de las festividades más importantes. Tal culto también constituye una peregrinación. La popular celebración suele culminar el 4 de diciembre (aunque esta vez es la excepción debido a la pandemia). Esta es la "grande”, ya que en el mes de mayo se realiza otra, "la chica”. Es común oír decir a los creyentes en Santa Bárbara que "en la fiesta grande se pide y en la chica se agradece”.
Por Agencia Católica de Informaciones (ACI)
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