El mercado aerocomercial en la Argentina está experimentando una expansión sin precedentes gracias al ingreso de las aerolíneas "low cost" o de bajo costo, con una competencia facilitada por la política implementada para nuevas rutas de cabotaje y la eliminación del piso tarifario.

También se han sumado pedidos para explotar nuevas rutas internacionales y, como arrastre de esta transformación aérea, la competencia del transporte automotor de pasajeros de larga distancia ya está ofertando tramos de sus rutas a valores altamente competitivos. En todos los casos se apunta al tráfico de la próxima temporada de verano, la época del año con mayor demanda.

El fenómeno también alcanza a las compañías que tenían prácticamente la exclusividad de los servicios de cabotaje, caso de Aerolíneas Argentinas y de LAN Argentina, las que han replanteado sus ofertas haciendo más competitiva la prestación. Se sumarán en breve las nuevas rutas domésticas que prevén conexiones a 45 ciudades del país incluyendo enlaces interprovinciales desde y hacia San Juan.

La desregulación de los mercados siempre ha sido positiva para que la actividad privada ofrezca productos masivos de calidad y bajo costo. En la competencia aerocomercial estos principios son aprovechados por la gran dinámica de la oferta y la demanda, de manera que volar a bajo costo no significa que sea un servicio precario como presumen los que no conocen las severas normas y controles que tiene la aeronavegación.

El inusitado movimiento del transporte aéreo interno lo muestra la reacción del usuario, como ocurrió con la venta de 500.000 pasajes en siete días, a partir de la eliminación del piso tarifario en agosto pasado, según cifras del Ministerio de Transporte. De ellos, 400.000 los emitió la aerolínea de bandera, que no es low cost. Los bajos precios los determinan los procesos internos eficientes, a partir de una flota moderna con alta ocupación de las aeronaves y la segmentación de productos y servicios, para no incluirlos en la tarifa.

El modelo de oferta de precios incentiva al viajero potencial y más todavía si el vuelo es directo, sin la inevitable conexión desde Buenos Aires para el resto del país o del exterior. La problema ahora es la infraestructura aeroportuaria para canalizar el tráfico low cost, con obras demoradas como la de remodelación de nuestro Aeropuerto Domingo F. Sarmiento.