Usa su cuerpo como instrumento. Todos lo conocen por su alegría. Con su bastón blanco va a todas partes, pero lo que más lo acompaña es la música. Tiene 22 años y cuando tenía 8 quedó ciego. Al día siguiente comenzó a cantar. Cesar Lépez dice que la música lo mantiene vivo y si bien ya se subió al escenario, sueña con tener su propia banda.
El muchacho es puro entusiasmo. Acaba de ingresar a trabajar a la Municipalidad de Chimbas y canta mientras camina. Ulises Bueno es su ídolo. Tanto así que cada vez que el cantante llega a la provincia para dar un recital, hace que Cesar suba al escenario a cantar con él.
Con pequeños golpeteos sobre su pecho, Cesar lleva un ritmo impecable. Dice que Dios le quitó la vista pero le agudizó el oído, por eso le es fácil entonar y aprenderse todas las canciones.
Sabe el repertorio del hermano de Rodrigo a la perfección. Tiene las pistas grabadas y las ensaya una y otra vez en su casa.
Vive en Chimbas con su abuelo, que lo crió desde que era chico. De él heredó además el amor por la música. "A él le gusta el tango y el folclore. Siempre escuché esa música y me gustó. Pero cuando fui creciendo descubrí otros géneros", dijo.
Fanático de Ulises, Cesar pasa horas ensayando. Incluso ya lo llamaron para realizar varias presentaciones. Si bien él canta sobre una pista y acompañado de un parlante, sueña con tener su propia banda. "Me encantaría ensayar con músicos de verdad. Cada vez que subí a cantar con Ulises Bueno se me puso la piel de gallina cuando escuchaba a los músicos con sus instrumentos. Para la música no necesito ver y eso me hace muy feliz", aseguró el muchacho.