
Una máquina de morse de la agencia japonesa de noticias "Domei” permitió burlar la censura sobre una de las mayores tragedias de la II Guerra Mundial. Una máquina y la determinación del periodista australiano Wilfred Burchett. Mientras varios centenares de reporteros se agolpaban el 2 de septiembre de 1945 en la cubierta del acorazado USS Missouri para presenciar la ceremonia de rendición japonesa ante el general Douglas Mac Arthur, el corresponsal del londinense "The Daily Express”, se subió a un tren repleto de oficiales japoneses. Las raciones de comida que le dio el oficial de Asuntos Públicos de la Marina Armada norteamericana fueron su salvoconducto para que un colega, el corresponsal de la agencia nipona le permitiera usar su sistema de comunicaciones. Así logró ofrecer el primer relato de los efectos de la bomba atómica en Hiroshima. "Scoop” mundial. "La plaga atómica”, tituló aquella crónica. Describía sus hasta entonces inimaginables efectos, los que la censura pretendía impedir que fueran conocidos.
* Desinformación: distorsión de la realidad, deshumanización del enemigo, deformación de datos, denegación de acceso al teatro de operaciones y censura constituyen los elementos esenciales de la propaganda. Aquella que permite justificar las acciones propias y demonizar las enemigas. Son ingredientes de las operaciones de información, tan de moda hoy, que algunos han dado en redenominar "fake news”. Y son los periodistas quienes se enfrentan al reto de desbordar la censura y atajar el relato propagandístico. Tantas veces traicionados en la retaguardia, desde sus propias redacciones. Siempre son citados a modo de ejemplo en su cobertura de la II Guerra Mundial el imprescindible Ernie Pyle, con sus narraciones de las miserias en la trinchera del soldado.Y cómo no, Robert Capa. Por sus fotos para "Life”, sobre el Desembarco en Normandia en la playa de Omaha. Y así es. Al comparar la evolución de la propaganda de la Primera Guerra Mundial con la Segunda, lo que los expertos subrayan es su perfeccionamiento. El profesor de Historia de la propaganda en la Universidad Complutense, Pablo Sapag, él mismo veterano corresponsal de guerra, explica que entre la primera y la segunda guerras mundiales "transcurren 20 años, tiempo en el que se producen notables innovaciones propagandísticas, tanto desde el punto de vista teórico, como tecnológico”. Y recuerda que ambas "se van a poner a prueba durante la guerra civil española”. Cita como ejemplo la radio, que "permite superar distancias físicas” y favorecer "la masificación propagandística”. Pero también "el abuso de lo que teóricamente se conoce como propaganda negra”. "Aquella en la que el emisor camufla su identidad para que el mensaje sea mucho más creíble entre la población en retaguardia y los combatientes enemigos”. Myriam Redondo, especialista en Desinformación, destaca que "en la Primera Guerra Mundial se dan por primera vez de manera científica, organizada, las grandes formas de propaganda que también nos amenazan hoy”. "Es increíble, pero casi todo estaba ya ahí. Noticias falsas inventadas por medios, informes oficiales que exageraban la maldad del enemigo y el "pastoreo” de los medios, que, o bien eran llevados a zonas controladas, o bien provistos de información del Ejército totalmente controlada también", explica.
* El inicio de la guerra
El 1 de septiembre de 1939, la fuerza militar alemana invadió Polonia. A continuación, el día 3, los líderes de Francia y Reino Unido le declararon la guerra a Alemania. De esta manera se dio inicio a la Segunda Guerra Mundial, la cual no tuvo precedentes y afectó a todos los continentes.
Por Alfonso Bauluz
Agencia EFE
