Días atrás, una foto suya junto a su gran amiga y colega Cameron Díaz se convirtió en noticia y acaparó páginas de revistas y cientos de elogios en sus redes sociales. ¿Qué tenía de particular la imagen? Pues se las ve sonrientes, hermosas… ¡y naturales! Y con ese "naturales" los seguidores destacaron la actitud que han tomado ambas actrices, entre muchas otras, de saber llevar el paso de los años armoniosa y elegantemente, sin forzar lo imposible: una eterna juventud. Bueno, tampoco es que Drew tenga que lidiar con pilas de décadas encima, apenas transita los 46, pero a esta altura reconoció que dejó de luchar contra los estereotipos de la industria, que muchas veces las obliga a verse lozana y turgente como si fueran quinceañeras. Tampoco es que ande todo el día en joggins y sin cuidarse, no. De hecho, no hace mucho mostró su nueva silueta tras bajar nueve kilos y admitió haberse hecho algún retoque más de una vez. Lo que sucede ahora es que no lo siente como una exigencia o un deber ser, sino que se convenció de que salud y el bienestar interior se reflejan en el envase. Y eso es justamente lo que actualmente le importa a la rubia, que también muestra otra faceta al frente de un programa de entrevistas, donde más de una vez permite al público asomarse a su mundo. Lejos quedaron las épocas de chica rebelde de la actriz que supo enamorar a los espectadores desde que era una nena -cuando a los 7 años protagonizó el recordado film ET-, épocas signadas por precoces descontroles varios, rehabilitación e incluso psiquiátrico. El tiempo fue ordenando la escala de valores de Drew. El tiempo y algo más, muy importante, que llegó de su mano: la maternidad. Es que Barrymore asegura que Olive y Frankie (nacidas en 2012 y 2014 respectivamente, fruto de su tercer matrimonio, con Will Kopelman) le mostraron que había otra vida, que no quería perderse. Y no dudó en dar el volantazo. Hoy, dice, sabe que hizo lo correcto. Y lo disfruta en plenitud.