De izquierda a derecha: Patricia Bullrich, Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta

El ciudadano común espera que la dirigencia política vaya madurando con el paso del tiempo. Esto supone enseñanzas, aprendizajes, planteos nuevos, el abandono de anacrónicas costumbres. Uno tiende a creer que siempre se puede ser mejor. Pero la realidad indica que, por el contrario, al parecer también se puede ser o estar peor. Esto es comprensivo a todo ser humano en general, pero vamos a referirlo especialmente a este presente de la actividad de los políticos, que ocupa profusamente los distintos espacios periodísticos. Todo esto viene a cuento de la interna desatada en el seno porteño de Juntos por el Cambio. Donde dirigentes que uno presume unidos por una causa común, moderados, razonables, se están cruzando impiadosamente con descalificaciones, que nos hacen pensar que no son lo que parecen.

EL FAMOSO "DEDO"

Desde mi visión, y a lo lejos, sólo guiado por el contenido del abundante material periodístico, el eje de esta movida registrada en la oposición, es el mentor del Pro, Mauricio Macri. Como se sabe, este anunció hace unos días el retiro de su postulación a presidente. Entre otras cosas dijo que "estoy convencido que hay que agrandar nuestro espacio político". Sin embargo, postuló inmediatamente para candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad a su primo Jorge Macri, con lo cual introdujo un ingrediente que movilizó las fichas que se juegan en la interna. ¿Es válido que lo haga? Por supuesto, son las reglas de la democracia. Pero no con un sentido de imposición que obture o dificulte las aspiraciones de otros candidatos. El famoso "dedo", tan resistido en movimientos, como este, que dicen ser la renovación de la política.

Junto con ese mensaje, se filtraba notoriamente otro: "Sigo siendo el macho alfa del Pro", lo que provocó la reacción en contrario de la figura que aparentemente le sigue en la sucesión, Horacio Rodríguez Larreta, quien demostró no estar dispuesto a que se lo digite "desde arriba". 

Esa y no otra, en mi opinión, es la razón de todo este convulsionado presente, para solaz de los adversarios. "Tengan unión verdadera, en cualquier tiempo que fuera, porque si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera". El Martín Fierro sentenció esta y otras verdades hace más de un siglo, pero no son seguidas, por lo visto, con la consecuencia de quedar a merced de los adversarios.

MALAS DECISIONES

La figura de Macri se destiñó en los resultados de su gestión, que tuvo varios aciertos, pero también errores. Por algo, perdió las elecciones. En estas, del 2019, obligó a María Eugenia Vidal, por entonces gobernadora de Buenos Aires y la figura política con mejor imagen por esos días, a que no desdoblara la elección en esa provincia, que fue su pedido. El sentido de desdoblar, es no quedar "pegado" a la elección presidencial, cuya continuidad en poder de Cambiemos, estaba muy cuestionada. Así fue que perdió, arrastrada por el peso de la gestión de Macri.

Por algo fue que, también, en las elecciones de medio término del año 2021, se fue hasta Córdoba para brindar su apoyo a Mario Negri, en su disputa con el radical Luis Juez. Y también perdió. No contento con eso, se conoció que hace unas semanas volvió a Córdoba para estrechar lazos con el gobernador peronista Juan Schiaretti, quien tiene como rival en estas elecciones justamente a Luis Juez, de Juntos por el Cambio. Haciendo más que evidente que Macri tiene ojeriza con todo lo que se tiña de radical. Es sabido que durante su presidencia, no los hizo participar de sus decisiones de "mesa chica", por lo que los radicales se sintieron convidados de piedra en esa coalición. Y su enojo perdura hasta hoy, cuando salta en cruz contra la decisión de Larreta, que llevaría en el fondo la intención de favorecer las chances del radical Martín Lousteau. Larreta dice hasta el cansancio que él apoyará al candidato que surja del Pro, pero con la jugada de poner dos urnas en la mesa, una a votar por la presidencia y otra, de boleta única, por la Jefatura de la Ciudad, desdobla y favorece las posibilidades de Lousteau, que no queda atrapado con la suerte de la general a Presidente. Y, por lógica, disminuye las perspectivas de Jorge Macri, que es primo y "ahijado" de Mauricio Macri. En esa interna, todos van a jugar y deberán defender solos su voto, frente al electorado, que es el sostén del sistema democrático de gobierno.

Además, si se pelean "como gatos" en una interna, el electorado, ¿qué puede esperar de esa coalición cuando esté a cargo del gobierno? Una pregunta para hacerse y que debe mover a la reflexión de quienes disienten en las estrategias y no en los objetivos.

> Historia de una interna radical

La historiadora Costanza Bengochea recordaba, hace unos días en el diario La Nación, una interna radical de fines del siglo XIX, entre Hipólito Yrigoyen y Lisandro de la Torre. Al parecer Yrigoyen se sintió ofendido por los términos de la carta de renuncia de De la Torre y, directamente, le mandó los padrinos. El duelo, a punta de espadas, se llevó a cabo el 6 de septiembre de 1897 y duró 40 segundos cuando, ante la primera herida sufrida por De la Torre, los padrinos pararon el desafío y ambos sintieron que su honor había quedado salvado. "Internas eran las de antes", dice el artículo, cuando los términos de las disidencias debían ser cuidadosos, sin ofensas, dichas en lo posible "en los vestuarios", y protegiendo la salud del partido. Aprendizajes de la vida.

 

Por Orlando Navarro
Periodista