Sidertec, la empresa que compró la planta fabril de la ex Electrometalúrgica Andina (EMA), tiene previsto poner en marcha un segundo horno a fines del 2022, según dieron a conocer directivos de la firma. Con la operación, la cantidad de empleados llegará a 135, frente a los 92 que trabajan en la actualidad en el establecimiento ubicado en Chimbas. El primer horno, luego de una ardua etapa de reparación, empezará a funcionar la semana próxima.

Sidertec pertenece al grupo MSB Minerals Limitada, de capitales brasileños, que armó una filial en el país, llamada MSB Minerals Argentina. La corporación, luego de una larga negociación, terminó cerrando la operación de compra en agosto del 2020, con una inversión que ronda los 20 millones de dólares, que se irán desembolsando durante 6 años, según dieron a conocer Fernando Campos, director de Sidertec, y Oscar Cuadros, representante del grupo.

La empresa brasileña era hasta que la EMA estuvo funcionando, el segundo cliente de la firma, y por eso tuvo interés en la adquisición. En el plan de negocios está destinar el 30% de la producción para abastecer el mercado interno y el 70% restante exportarlo a países como Cuba, Estados Unidos, Egipto, Brasil, República Dominicana, Panamá, El Salvador e Inglaterra. Estiman que las ventas podrían ascender a los 14 millones de dólares al año.

El principal producto que seguirá elaborando la nueva compañía es el carburo de calcio, que es usado en la producción de gas acetileno. El acetileno es empleado para el corte y soldadura en la industria metalmecánica. El carburo de calcio también es materia prima en la industria química: PVC, fertilizantes, explosivos, plásticos, productos medicinales y alimentos.

El primer horno que entrará en producción tiene una capacidad de producción de 2.200 toneladas de carburo de calcio por mes, pero hasta fin de año elaborará 1.600 toneladas mensuales. Según contaron los directivos, no fue tarea fácil llegar a esta etapa porque tuvieron que reconstruir el horno, que estaba muy dañado.

Mientras tanto, en el grupo ya trabajan en la factibilidad de poner en marcha un segundo horno para fines del año próximo, que elaborará un segundo producto más electrointensivo. De esa forma, de los 92 empleados actuales pasarán a 135, de los cuales el 80% son exempleados de la EMA. Se trata de personal altamente capacitado en una actividad muy específica y en Sidertec los quieren aprovechar.

Según dio a conocer Cuadros, que vino participando desde un comienzo en la transacción para la compra de la EMA, tuvieron que afrontar tres grandes frentes. El primero fue el laboral, porque había una deuda con más de 200 trabajadores. El segundo frente fue una deuda impositiva con la AFIP y el tercero fue otra deuda con CAMMESA, la empresa que maneja el mercado eléctrico mayorista.

Hay que tener en cuenta que para hacer andar los hornos, la ex EMA y ahora Sidertec, tiene un alto consumo de energía eléctrica. Incluso parte del éxito de la nueva etapa de la empresa depende de que la Secretaría de Energía de la Nación reconozca a la compañía como Gran Usuario Mayorista (GUMA) ultra electrointensivo, porque de esa manera tendrá acceso a tarifas más baratas de energía. En la actualidad ese beneficio lo tienen Aluar (Buenos Aires) y Globe (Mendoza). E incluso EMA, después de años de lucha y hasta de planteos judiciales, llegó a tener ese beneficio en el 2017, pero después lo perdió cuando, por la crisis, tuvo que apagar los hornos (ver aparte).

El desafío en la actualidad, según contaron los directivos, es terminar de arreglar el primer horno, para que entre en funcionamiento en pocos días más, y luego reparar el otro horno, que fue "vandalizado", según dijeron, porque le faltan las partes principales. Y también trabajan en los nuevos mercados a los que quieren llegar con la producción.

 

Personal

135 Es la cantidad de empleados que pasará a tener la compañía de capitales brasileños cuando se ponga en marcha el segundo horno a fines del año próximo.

 

Una larga historia de idas y venidas

La EMA es una histórica empresa sanjuanina, fundada en 1948 por el grupo francés Pechiney. Pero en la últimos años venía a los tumbos por la falta de tarifas eléctricas competitivas. La situación se agravó en marzo del 2018 cuando, por la grave crisis, los dueños decidieron apagar el último horno y suspendieron al personal, unos 250 según el gremio Químico, en aquel momento. Y les empezaron a pagar el 60% de los salarios. Pero después dejaron de abonarles los sueldos y empezó la desesperación del personal, que hasta decidió montar una guardia en la planta de Chimbas, para evitar el desguace de la empresa y los saqueos de materiales, que se habían venido dando en la última etapa de la compañía.

Después aparecieron varios interesados, pero no se pudo volver a poner en marcha la empresa hasta que apareció el grupo de capitales brasileños. Lo que compró fue la planta fabril ubicada en Chimbas, con las oficinas y su playa de estacionamiento.