Los colegios de toda Cataluña permanecen repletos de gente que intenta votar en el referéndum independentista considerado ilegal por la Justicia, a pesar de que la policía española derrumbó el sistema informático del gobierno regional. Por su parte, las autoridades catalanas ya elevaron a 465 la cifra de heridos durante la represión de la Guardia Civil en distintas ciudades. Por su parte, desde la fuerza indicaron que hay 11 agentes lastimados.

 

Las condiciones son precarias: por orden judicial se bloqueó Internet en todos los edificios asignados a la elección, se impide el acceso al censo y no hay manera de saber si el ciudadano que llega a la mesa votó ya en otro lado.

 

A primera hora de la mañana el gobierno de Carles Puigdemont anunció que estaría permitido votar en cualquier colegio electoral, como forma de eludir el operativo policial para desalojar los centros electorales. El propio presidente regional emitió su sufragio en un pueblo distinto al que se lo esperaba: la Guardia Civil irrumpió por la fuerza en el colegio donde estaba registrado.

 

Al caerse el sistema de datos los presidentes de mesa anotan a mano el nombre de quien se acerca a depositar su voto con la respuesta a la pregunta del referéndum ilegalizado: "¿Quiere que Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de República?"

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Para Rajoy, la votación fue "desactivada"

El gobierno de Mariano Rajoy enfatizó que la votación ha sido desactivada. "No habido referéndum ni apariencia de tal", dijo la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría en el Palacio de la Moncloa.

 

Pero, pese a las endebles garantías del proceso, la afluencia a las escuelas se mantenía pasado el mediodía. Había gritos reivindicativos y mucho malestar por las imágenes de la represión policial que se vivió en las primeras horas de la mañana en Barcelona, Girona y otras ciudades menores.

 

¿Qué pasará cuando cierre la votación?

La intriga ahora es qué hará el gobierno catalán al cierre de las mesas. En las condiciones actuales parece imposible que pueda presentar un escrutinio creíble. No sólo por la falta de garantías de que no haya habido duplicación de votos, sino porque las fuerzas de seguridad estatales se llevaron muchísimas urnas llenas de papeletas.

 

"Seguimos adelante. Estamos votando pese a todos los obstáculos. Tenemos una fotografía precisa de los lugares donde la violencia indiscriminada de la policía impidió ejercer los derechos", anunció a las 14 el ministro portavoz de la Generalitat, Jordi Turull.

 

La Policía Nacional y la Guardia Civil se desplegaron en comandos numerosos a partir de la apertura de las mesas de votación. Lo hicieron ante "la pasividad" de los Mossos d’Esquadra, la policía autonómica catalana, según denunció el delegado del gobierno español, Enric Milló. Los Mossos se limitaron a presentarse a las 6 de la mañana en los centros electorales, llenos a esa hora de gente, y se quedaron a vigilar a la distancia.

 

Incidentes y heridos

Escenas de enfrentamientos se vivieron en varios puntos de Cataluña, sobre todo en Girona, donde estaba registrado para votar el presidente regional y líder del separatismo, Carles Puigdemont.

Inesperadamente, mientras la Guardia Civil, entraba al edificio, Puigdemont publicó una foto en la que se lo veía votando en otro colegio, en Cornellà de Terri. Pudo hacerlo porque su gobierno adaptó a último momento las reglas de la elección: anunció a las 8 de la mañana que los ciudadanos podían concurrir a votar en cualquier colegio, con solo presentar el DNI y previa constatación informática de que no registró el sufragio en otro lado.