A sus 70 años, Eufemia Olivares se convirtió en una alumna ejemplar para sus compañeros. No sólo porque tiene asistencia perfecta, sino porque se animó a salir del analfabetismo. Esta mujer, oriunda de Calingasta y que llegó a ser Reina de la Manzana, no sabía leer ni escribir, pero ahora hasta se encargó de redactar los fundamentos del proyecto sobre prevención sísmica que la Escuela María Elisa Rufino León, a la que asiste, presentó ayer en la feria de Educación para Jóvenes y Adultos. Dijo que lo más emocionante que le pasó en su vida fue poder escribir por primera vez el nombre de cada uno de sus hijos. Como ella, son varios los hombres y mujeres que superaron la barrera de la edad y se animaron a estudiar, protagonizando un cambio de vida. Esta feria se realizó en la peatonal céntrica y ante un público numeroso.
Rosa quiroga, de 53 años, no tuvo una vida fácil. Pero retomar los estudios secundarios le sirvió para sanar viejas y dolorosas heridas. Contó que fue una niña maltratada y abusada, y que la escuela le permitió expresar lo que siente. Gracias a los talleres de producción textual que tuvo en clase escribió un cuento corto sobre su historia y sus miedos. Lo tituló ‘Noches sin vida’. ‘Ingresar al CENS Pocito y volver a estudiar me permitió canalizar mis angustias y volver a sentirme bien conmigo misma. Pero no sólo por el hecho de estudiar y aprender cosas nuevas, sino por estar rodeada de compañeros y docentes que son como mi propia familia. Nos une el no haber podido estudiar cuando correspondía, pero también la voluntad de retomar los estudios y superarnos’, dijo la mujer.
Buscar la superación personal fue lo que también motivó a Hortensia Antunez a comenzar a cursar el secundario a los 57 años, en el CENS Las Chacritas, en 9 de Julio. Y con ‘excelentes resultados’. ‘Hasta ahora no me llevo ninguna materia y eso es muchísimo para mí, y esto que no tengo mucho tiempo disponible para estudiar porque, además de atender mi casa, trabajo de empleada doméstica. Pero me encanta, realmente estoy feliz’, dijo la mujer.
Viviana Toledo tiene 53 años y está cursando la primaria en la Escuela Maestro Augusto Alejandro Orellano Walsen, con miras a prepararse para el mercado laboral. De niña ‘odiaba’ estudiar y como sus padres tampoco le exigieron que lo hiciera, abandonó la primaria. Aunque, ya de grande, se arrepintió de ese ‘gran error’ y buscó solucionarlo. ‘Por ahora soy ama de casa, pero en este país no sabés en qué momento te verás obligado a salir a trabajar. Por eso me propuse terminar al menos la primaria para tener más chances de conseguir trabajo. También lo hice incentivada por mis tres hijos que me apoyan a diario para que pueda estudiar. A ellos les voy a dedicar el título cuando me gradúe’, dijo la mujer.
Ayer, la Peatonal Tucumán se convirtió en el escenario de una feria educativa protagonizada por los jóvenes y adultos que decidieron terminar sus estudios primarios y secundarios a través de los diferentes programas que ofrece el Estado. Cada institución presentó los proyectos en los que trabajaron durante todo el año y que variaron entre la elaboración de licores y conservas artesanales hasta la producción de cactus y confección de artesanías, entre otras propuestas.
- Agentes preventores
Eufemia Olivares trabajó en prevención sísmica con sus compañeros
de escuela. Armaron una mochila de emergencia.
- Propuesta gastronómica
Hortensia Antunez con sus compañeros de estudio prepararon
desde charqui hasta pasta de maní para exponer en la feria.
- Escritoras en carrera
Rosa Quiroga (derecha) y sus compañeras de escuela escribieron
cuentos cortos que se basaron en sus miedos personales.
- Estudiantes ambientalistas
Viviana Toledo, junto a sus compañeros de estudio, confeccionó
bolsos tejidos a crochet con tiras de bolsas que reciclaron.