Luego del "sinceramiento" tarifario eléctrico que ya lleva más de dos años de vigencia, ahora surgen señales de otro "sinceramiento" el de un grupo de distribuidoras nucleadas en cooperativas, que han planteado públicamente que no pueden trasladar la suba del aumento del 55% anunciado por el Estado.
Son dos "sinceramientos", uno el de un mercado eléctrico que se ha dolarizado con prescindencia del hecho objetivo de que los salarios e ingresos mayoritarios de la población se perciben en pesos, y, el otro, el creciente "sinceramiento", de usuarios y distribuidoras cooperativizadas, que han puesto el grito en el cielo de la opinión pública de un modo categórico manifestando que no pueden trasladar las subas al consumo final.
"El Estado como mediador social deberá reaccionar porque el problema de esta tensión es suyo.”
El "sinceramiento" del lado de la oferta eléctrica, o sea, el pull de las empresas que generan, transportan y distribuyen, seguramente con diferencias de condiciones, escala y por zona geográfica, han visto engordase sus rentas de un modo considerable. Mientras que por lado del consumidor, se da en un proceso del "sinceramiento" signado por un empobrecimiento acelerado de los ingresos que repercute de modo directo en dificultades explicitas a la hora de cumplir con el pago de las facturas finales por consumo.
Son dos "sinceramientos" diferentes y contrapuestos, uno responde a la dinámica de una garantía del balance atada a la divisa dólar, que va a recuperar sus déficit relativos si los hubiere, y mantendrá sus ganancias de modo ostensible, como se señala más abajo en el párrafo final de esta nota.
El otro sinceramiento hace a la des-afirmación de la vida, como dice el gran Enrique Dussel (Dr. en Filosfia de la UNAM), no se trata de una ecuación matemática que puede esperar toda la historia por venir ahora encontrar un Nobel que premie una fórmula que resuelva los problemas teóricos, no, por el contrario, se trata de la vida misma y de la vida inmediata, es decir, es el aquí y el ahora de la personas humana, se trata de personas concretas que no pueden mas con la carestía de la vida. La tensión entre estos dos sinceramientos que muestra signos de que ya no pueden convivir bajo un estándar de complementariedad, que el problema es del estado y de una política general y sectorial que no es sustentable para encontrar el justo medio técnico ni económico del funcionamiento del servicio amplio efecto negativo sobre el esquema social que supera al económico.
El Estado como mediador social deberá reaccionar porque el problema de esta tensión es suyo. Esto es así, porque el "sinceramiento dolarizado" cuidará de su interés máxime cuando tiene cobertura legal brindada por decisiones estatales, y se mantendrá estable en esa posición, y por el otro lado, el "sinceramiento", digamos, impaciente cuando no, abatido, de los que reclaman una solución de premura dentro de una perspectiva alterada que le esta turbando y destratando su propia subsistencia.
Es que para ponerlo blanco sobre negro una vez más, quien tiene la fuerza motora legal y legítima para modificar los términos de esta relación del costo de un servicio público impagable, es el Estado como institución pública sobre la que recae, inexcusablemente, el deber de obrar con sentido estratégico.
Por el Dr. Mario Luna y el Prof. Fabián Núñez Jáchal.
