Si bien el mundo está tomando conciencia sobre la necesidad de disminuir la contaminación ambiental para mejorar las condiciones de vida de la gente y evitar los efectos del cambio climático, persisten en algunas regiones del mundo casos puntuales que a pesar de darse en lugares muy conocidos y de interés turístico no están siendo tratados como corresponde, en una clara muestra de desidia de las autoridades locales.
En nuestro país hay dos focos puntuales de contaminación ambiental que a pesar de ser de larga data todavía no pueden ser resueltos. Uno de ellos es el de la contaminación por derrame de efluentes industriales en la cuenca La Matanza-El Riachuelo, en las inmediaciones de la ciudad de Buenos Aires, y el otro el del lago Nahuel Huapi, en Bariloche provincia de Río Negro, un sitio caracterizado por su belleza natural y las condiciones ambientales de un lugar paradisíaco. En este último el problema tiene dos vetas: el colapso de la planta de tratamiento de efluentes cloacales de Bariloche, que se traduce en constantes vertidos de materia fecal cruda al espejo de agua. Pero también hay análisis que detectaron la presencia de metales pesados, y residuos en general cuyo origen proviene de un mal manejo del saneamiento. La responsabilidad de esta contaminación es atribuible a todos los organismos de Estado desde el Poder Ejecutivo de Río Negro, el Departamento Provincial de Aguas (DPA) y la Secretaría de Ambiente, además de la concesionaria de la planta de tratamiento de líquidos cloacales.
Otro caso renombrado dentro del continente Americano es el de Bay Biscayne, en el condado de Miami-Dade, en La Florida, EEUU. Este sitio turístico enfrenta un grave problema de la calidad del agua que ya afecta a la fauna y la flora marítima del lugar. Se ha llegado a establecer que deberían haber límites más estrictos a los desechos que son vertidos en la zona incluyéndose al plástico.
El Golfo de México también figura como uno de los lugares más contaminados del mundo debido a los desechos industriales, las descargas urbanas, los desechos portuario/industriales, los desechos mineros, los petroleros y los agrícolas entre otros que han introducido en sus aguas grandes volúmenes de descargas con una muy amplia variedad de contaminantes biológicos, microbiológicos, metales y metaloides, plaguicidas, hidrocarburos del petróleo y últimamente microplásticos.
La desaprensiva acción del hombre ha hecho que esos sitios atraviesen en estos momentos por una situación extrema que amenaza no sólo con afectar la calidad de vida de los residentes sino también con incidir negativamente en quienes eligen esos lugares como destino de vacaciones o gratificantes paseos, afectando también sus respectivas economías.
