“Tengo el deber de dirigirme a Usted a fin de elevarle mi renuncia al cargo de Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto con el que me honrara oportunamente”, dice la nota enviada por Felipe Solá al presidente Alberto Fernández, fechada este 18 de septiembre en la Ciudad de México.
“Al hacerlo, agradezco su confianza en este tiempo y hago votos por su ventura personal y la recuperación plena de nuestra querida Argentina”, sigue diciendo la nota que no refleja el malestar experimentado por el funcionario al enterarse en mitad de su vuelo hacia México en misión diplomatica de que había sido desplazado del cargo y que su lugar en la Cancillería lo ocuparía el actual Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero.
“Sin otro particular, lo saludo con mi mayor consideración y respeto”, cierra la breve misiva de Solá.
Felipe Solá se había embarcado el jueves por la noche con una mínima comitiva para participar de la Cumbre de la Comunidad de los Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que en Ciudad de México tenía previsto designar a Alberto Fernández como su Presidente Pro Tempore. El Canciller, además, venía trabajando desde hacía varias semanas para asegurarse los votos suficientes para que el Presidente argentino asumiera la titularidad del cuerpo.
Solá abandonó Buenos Aires dando por hecho que seguiría al frente de la cartera de Relaciones Exteriores, a pesar de sus diferencias personales y políticas con Alberto Fernández. Pero, en momentos en que el avión sobrevolaba El Salvador, recibió una llamada urgente de Santiago Cafiero que le comunicaba que en minutos se iba a anunciar su salida del cargo. Y, además, que él mismo sería su reemplazante.
Felipe Solá bajó del avión en Ciudad de México ya como canciller saliente. Allí lo esperaba su hasta hace poco para mexicano, Eduardo Ebrard, para recibirlo con los honores correpsondientes al ministro de Exteriores de Argentina, que además viajaba en representación del presidente Alberto Fernández. Una situación francamente bochornosa del punto de vista diplomático.
El funcionario decidió no participar del foro y envió de inmediato su renuncia a Buenos Aires.
Tas fracasar en sus intentos por colocar a funcionarios de su riñón, al frente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), Alberto Fernández apuntó a la presidencia de la Celac, para lo cual comisionó a su canciller.
El Presidente tenía previsto viajar él mismo a México en gira relámpago para asumir la Presidencia de la CELAC. Pero la crisis desatada por el emplazamiento de Cristina Fernández de Kirchner lo forzó a adelantar los cambios en su gabinete. Felipe Solá quedó así a cargo de la misión diplomática.
Viajó hacia México con la idea de anotarse al fin un éxito diplomático tras dos años de una gestión más bien gris, cuando lo soprrendió la noticia de su sustitución por Santiago Cafiero.
Después de un breve intercambio de mensajes por whatsapp con el Presidente de la Nación, decidió no asistir a las deliberaciones de la Celac y se sentó a escribir su renuncia.