Momento. Soledad Pastorutti agradeciendo a Dios de cuclillas por la bendición de la lluvia.

Era la primera noche de la edición 2023 de la Fiesta Nacional del Sol. La celebración comenzó con una molesta llovizna que por momentos se transformó en lluvia. Los miles de asistentes al predio ferial de Chimbas trataron de disimular esa incómoda situación, lo mismo desde los distintos escenarios donde se presentaron artistas locales y nacionales. La noche transcurría y en uno de los escenarios, se presentaba Soledad Pastorutti, conocida también para sus fans y el público en general, como "la Sole", "el huracán de Arequito" o "la Gringa". Lo que parecía una presentación problemática para la artista y los técnicos encargados del sonido e iluminación, por el estado del tiempo, terminó siendo una actuación épica, como sólo los grandes artistas suelen hacerlo. En esa histórica presentación, la Sole tuvo una conmovedora actitud. Se colocó de cuclillas, casi de rodillas: agradeció a Dios por la lluvia, "porque es una bendición para una provincia que sufre de sequía desde hace tiempo". La respuesta del público hacia la brillante artista santafesina no se hizo esperar. Con aplausos y gritos de aclamación, coronaron a sus palabras.

Es que ya desde el comienzo de la actuación de Soledad, el estado del tiempo se hizo sentir con profusa llovizna intermitente. La artista hizo mención a esto ni bien cantó las primeras canciones.

ARTISTA TODO TERRENO

Con un vestuario sobrio, la Sole hizo su ingreso al escenario con zapatos de taco alto con plataforma color marrón, cinturón bien gauchesco y chaleco al tono con una camisa blanca resplandeciente. Y, como buena artista todo terreno, no la frenó el agua del cielo. Todo lo contrario, más bien parecía que redoblaba la apuesta y dejó el techo del majestuoso escenario, para desplazarse hasta el extremo y cantar, bailar como también animar al público que tanto esperó su presencia.

De a ratos la llovizna paraba, pero luego aparecía con más insistencia. Fue en uno de esos momentos en que Soledad recibió de parte del público una camiseta de la selección argentina de fútbol. Casi de inmediato fue hasta el fondo del escenario y se la colocó, acomodándose los equipos de audio que utilizan los artistas. Cuando apareció de entre las sombras y luces tenues, el vestuario modificado hizo estallar de euforia a la multitud. De pronto esa lluvia copiosa, que muchos maldecían, porque temían que el espectáculo se suspendiera, fue un factor que le dio aún más brillo al espectáculo.

La Sole animó más al público con canciones de su vasto repertorio, se fue al extremo del escenario nuevamente y desde allí le hacía frente a esa lluvia. Agradeció a Dios por esta lluvia que es "una bendición", por la sequía que sufre esta tierra.

Y ahí, la ídola de multitudes mostraba que es una mujer terrenal, comprometida con las situaciones que viven los argentinos en todo el país, y sobre todo en San Juan, porque sabe de la situación crítica que se sufre con la sequía y las consecuencias que eso produce. Por eso, sin lugar a dudas, sus fans y el público en general que fue a verla, entendió que hay que agradecer por la lluvia, que sana nuestra tierra y nos da vida.

A todo esto, algunos plateístas cubrían sus cabezas con sillas, y cualquier cosa que tuvieran a mano, la artista les indicaba el camino de agradecer a Dios por la lluvia en vez de maldecir. Ella cantaba y bailaba debajo del agua del cielo. Al ver esta actitud, muchos dejaron esas sillas con las que se cubrían y desataron su euforia con aplausos y acompañando con más vigor el canto con el que el "huracán de Arequito" brindaba desde ese imponente escenario.

La Sole, agradeciendo a Pascual Recabarren (de espaldas) por el recitado en Vallecito.

LA FRUTILLA DEL POSTRE

El concierto terminaba. Pero aún faltaba la frutilla del postre. La Sole le pidió a Pascual Recabarren, un eximio presentador sanjuanino, que con sus versos le dio brillo al espectáculo de "La Cuyanía", que repitiera el recitado de la canción de Buenaventura Luna, "Vallecito". Luego, la Sole cantó este himno sanjuanino, lo que hizo que su actuación fuera definitivamente épica. 

Al finalizar, ante el aplauso de la multitud, agradeció a sus músicos. Pero en el momento en que los bailarines (todos sanjuaninos) se retiraban del escenario mojado por la lluvia, ella les pidió que regresaran. Les agradeció, les pidió que dijeran sus nombres y felicitó al campeón nacional de malambo, el también sanjuanino, Sergio Zalazar, que era uno de ellos.

Luego, el bis de despedida y el público aplaudiendo a rabiar, cantando y bailando en un concierto bajo la lluvia que fue épico, descomunal y conmovedor, principalmente por agradecer a Dios, por el agua bendita que el creador envió del cielo. "Gracias, San Juan, soy la Sole, el huracán de Arequito o la Gringa, como ustedes me conocen", cerró entre risas.

 

Por José Correa
DIARIO DE CUYO