La imagen de la Virgen María en la parroquia de la Inmaculada Concepción es motivo de honras, en especial en este día.

 

La imagen de la Virgen María en la parroquia de la Inmaculada Concepción es motivo de honras, en especial en este día.

 

Dentro de nuestros deberes como cristianos católicos está el ocuparnos en la formación de nuestra fe. Es por ello que estimamos bueno hacer una referencia a esta solemnidad tan destacada de nuestra fe y amor a la Virgen María.

En primer lugar, hemos de tener claro que estamos frente a un "dogma de fe". Aquí surge la primera cuestión; ¿qué es un "dogma de fe"? Para dar una respuesta en términos globales, ya que esto no constituye el objetivo de este artículo, podemos decir que "es una verdad de fe que está explícita o implícita en la Revelación Divina (Sagrada Escritura), se funda en la autoridad misma de Dios revelador, y la Iglesia garantiza con su definición y determinación como verdad Divina Revelada".

En segundo lugar, haremos una aproximación a la palabra "inmaculada". El vocablo proviene de la unión de dos términos latinos, a saber: "im", que significa "no" o "sin"; y "maculatus", que significa "mancha". Inmaculada significa "sin mancha". Esto unido al término "concepción", refiere a la total santidad de María desde el instante mismo en que fue engendrada en el seno de su mamá, Ana. Esto es, María fue preservada de la mancha del pecado desde el primer momento de su existencia.

 En el Nuevo Testamento, el ángel Gabriel saluda a María en el momento de la anunciación como "la llena de Gracia", es decir, la totalmente colmada de Dios.

En el tiempo de los "padres de la Iglesia" -era patrística-, la Virgen María ya era considerada "la toda Santa" y "modelo de obediencia a la voluntad de Dios".

Sin embargo, a nivel teológico, el "problema de la Inmaculada concepción de María" no resultaba algo tan sencillo, pues traía aparejado ciertos problemas difíciles de resolver. Así, por ejemplo, si la Virgen María fue concebida sin pecado original, ¿Jesucristo no la redimió?, entonces, ¿la acción redentora de Cristo no es universal ni se aplica a todos los seres? Pues parece evidente que, al estar libre de pecado, la Virgen María no necesitaba ser redimida.

Plenamente redimida

Fue un fraile franciscano, el teólogo y filósofo escocés Duns Scoto, quien en el siglo XIV echó luz sobre el problema. Scoto sostuvo que María es la plenamente redimida, precisamente por ser preservada, por designio divino, del pecado original. Sostenía el fraile que en la Virgen María existía una pre-redención, pues es María la obra más perfecta de la acción salvífica de Cristo.

Cierto es que la piedad popular ya festejaba la "inmaculada concepción de la Virgen María" mucho antes de que se proclamara el dogma, tanto en oriente como en occidente.

Así fue que el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854 pronunció la definición dogmática mediante la bula "Ineffabilis Deus": "Declaramos, afirmamos y definimos que ha sido revelado por Dios, y, de consiguiente, que debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles, la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, salvador del género humano".

 La fe del pueblo 

De este modo, podemos afirmar que este dogma nació por el fuerte influjo de la fe del pueblo; que los teólogos tuvieron una función iluminadora y que el Magisterio de la Iglesia tuvo una función moderadora en sentido positivo.

En la Sagrada Escritura no existe una afirmación explícita sobre este dogma, sin embargo, hay múltiples imágenes que fueron la semilla que luego germinaría en el dogma, por ejemplo, en el Libro del Génesis, 3, 15; ya hay una prefiguración de María como la nueva Eva. Allí, Dios se dirige a la serpiente (el demonio) diciendo: "Pondré enemistad entre tú y la mujer, entre tu linaje y el suyo, su simiente te aplastará la cabeza" En el Nuevo Testamento, el ángel Gabriel saluda a María en el momento de la anunciación como "la llena de Gracia", es decir, la totalmente colmada de Dios.

La liturgia de la Iglesia católica celebra esta solemnidad el 8 de diciembre, justo nueve meses antes de celebrar el nacimiento de la Virgen (la natividad de la Virgen María), el 8 de septiembre. María toda mujer y toda madre, goza de interceder por sus hijos, nosotros, ante su Hijo, nuestro Salvador.

 

Por: Juan Manuel García Castrillón
Abogado