La presidencia argentina se definirá en un balotaje por segunda vez en la historia tras el antecedente que en 2015 protagonizaron Mauricio Macri y Daniel Scioli, aunque en el último medio siglo estuvo a punto de implementarse en otras dos ocasiones.

El 19 de noviembre serán el oficialista Sergio Massa, de Unión por la Patria, y el economista liberal Javier Milei, referente de La Libertad Avanza, quienes se enfrentarán en una segunda vuelta. El vencedor alcanzó el 36,68% de los votos y Milei, 29,68%.

El balotaje fue incluido en el sistema electoral tras la reforma constitucional de 1994 y se utiliza solamente en el caso de una definición presidencial. Si ningún candidato a presidente obtiene al menos el 45% de los votos o más del 40% con una diferencia de diez puntos sobre el segundo, la elección debe decidirse en un balotaje entre los dos más votados.

Si bien este método rige desde 1995, el único antecedente de un balotaje corresponde a los comicios presidenciales de 2015, cuando Macri se impuso con el 51,34% a Scioli (Frente para la Victoria), con 48,66%.

Scioli, entonces gobernador bonaerense, había llegado a la segunda vuelta tras imponerse en la primera con el 37,08%, mientras que Macri, hasta ese momento jefe de gobierno porteño, había finalizado segundo con el 34,15%.

Macri consiguió sumar algo más de cuatro millones de votos entre la primera y la segunda vuelta, mientras que Scioli aumentó el caudal de adhesiones en poco menos de tres millones.

Hace dos décadas, la primera elección nacional llevada a cabo tras el estallido de diciembre de 2001, que terminó con la renuncia a la presidencia de Fernando de la Rúa, debió definirse en una segunda vuelta que, sin embargo, no se concretó.

En la primera vuelta de los comicios de 2003, Carlos Menem, que había gobernado el país entre 1989 y 1999, se impuso en las urnas tras obtener el 24,45% de los votos, un 2,20% más que Néstor Kirchner (Frente para la Victoria), quien obtuvo 22,25%.

Luego de la primera vuelta, la mayoría de las fórmulas que no habían accedido al balotaje anunciaron su respaldo a la fórmula de Kirchner (que llevaba de compañero a Daniel Scioli), un escenario al que se sumaron distintas encuestas que daban una diferencia abrumadora en favor del santacruceño.

Cuatro días antes de la votación, Menem difundió un mensaje televisivo en el que comunicó su renuncia a participar de la segunda vuelta.

Menem dijo que era víctima de una "campaña sistemática de difamación" en su contra organizada, entre otros, por el presidente en ese entonces, Eduardo Duhalde, que había promovido la postulación de Kirchner.

"A los millones de argentinos que me acompañaron con su voto, a todos ellos les digo que no abandono la lucha política, que es la existencia de mi vida", argumentó.

Al conocer esa decisión, Kirchner respondió: "Las encuestas que unánimemente le auguran una derrota sin precedentes en la historia permitirán que los argentinos conozcan su último rostro: el de la cobardía. Y sufran su último gesto: el de la huida". Además, Kirchner evaluó que la renuncia de Menem buscaba "mostrar débil y frágil al gobierno" que se inició el 25 de mayo de 2003.

Tres décadas antes, en tanto, las elecciones de 1973 fueron organizadas sobre la base de una reforma constitucional que modificó el sistema electoral para establecer que el presidente debía ser elegido por voto directo y mayoría absoluta: más del 50%. La norma, además, fijó que en el caso de no alcanzar ese porcentaje debía realizarse un balotaje entre los candidatos que hubieran alcanzado más del 15%.

El 11 de marzo de 1973, el candidato Héctor Cámpora, delegado de Juan Domingo Perón, alcanzó el 49,5% y postergó en el segundo lugar al radical Ricardo Balbín, quien tras sumar el 21% desistió de competir en la segunda vuelta.

 

Massa, tercero
En la primera vuelta de las presidenciales de 2015, Sergio Massa, al frente del partido Unidos por una Nueva Alternativa, obtuvo el tercer lugar después de obtener 5.386.977 de votos, el 21,39% del total emitido, acompañado por el gobernador salteño Gustavo Sáenz.

 

  • "Por el hartazgo y el desencanto"

Las elecciones del pasado domingo, tras las cuales Massa y Milei se erigieron como quienes competirán en el balotaje, convocaron al 77,6% de los 35 millones de electores. La cifra representó un aumento de 8% con relación a las PASO del 13 de agosto, pero transformó a los comicios presidenciales nacionales en los segundos con menos convocatoria de votantes en los últimos 40 años de democracia; la peor marca la ostentan los comicios de 2007 con el 76,20% de presentismo.

"El promedio histórico de asistentes a una elección general presidencial es de 81,18%. Cientos de miles de electores habilitados no asistieron el domingo 22 a una cita tan importante por el desencanto y el hartazgo que sienten respecto a buena parte de nuestra clase política", explicó Marcelo Bermolén, director del Observatorio de Calidad Institucional de la Universidad Austral.

 

  • Apoyo cordobés para el tigrense

El pleno que apostó Martín Llaryora el fin de semana pasado reiterando en su mesa chica que el libertario Javier Milei ganaba en primera vuelta, está teniendo su impacto. Daño que, sólo por tratarse de él, el peronismo que rodea a Sergio Massa lo perdona: no hubiera sido lo mismo si quien filtraba el fallido presagio era Juan Schiaretti.

Igual, los cordobeses que hablan con el tigrense aseguran que no cayó bien la apuesta que hizo Llaryora (gobernador electo) y que en despachos porteños "le tomaron la patente".

En cuestión de horas, entre el martes que comenzó a tejerse el estallido de Juntos por el Cambio y el arranque del pasado viernes, la dirigencia y la militancia del peronismo cordobés empezó a salir del clóset y blanquear que trabajará para Massa en el balotaje del 19 de noviembre.