Soledad recordó ayer, aún nerviosa, que estaba recostada cuando sintió que se ahogaba con humo. Cuando salió a ver, se topó con el sillón del juego de living en llamas y salió a la carrera a pedir ayuda a sus vecinos. Manos y voluntad no faltaron. Y llovieron varios baldes de agua, pero ningún intento pudo con esas voraces llamas que consumieron prácticamente todo lo que había en esa antigua casa del barrio Buenaventura Luna más conocido como Vidart y 5, en Rawson.
Y el drama no fue sólo de esa joven de 20 años, porque allí viven otras siete personas: su beba que el próximo 6 de abril cumplirá 2 años, su madre Gabriela Guerra (49) que hace changas como empleada doméstica o cuida chicos. Su hermano David (23) que justo ahora se quedó sin trabajo en la cosecha de ajos. Otro hermano, Valentín (21) un soldado voluntario que vive allí con su pareja y un bebé de 1 año y 1 mes. Y también un primo, Maico González (26) que está desocupado y hace changas como albañil.
Todo pasó a eso de las 17,30 del miércoles cuando Soledad estaba sola, pues su beba estaba con sus abuelos paternos, su primo hacía un trámite y todos los demás trabajaban.
Ayer estaban todos compungidos porque esa casa fue de los padres de Gabriela y con mucho esfuerzo habían colaborado para cambiarle la cara. Un mes atrás -explicaron- habían terminado de pintarla y le habían cambiado las cañerías de agua. Y unos meses más atrás también habían terminado de cambiar la instalación eléctrica, pero ayer sospechaban que ese trabajo no estuvo bien hecho.
Ya habían tenido un cortocircuito en un portalámparas de la cocina comedor. Y el miércoles fue un cortocircuito en el tomacorriente de la heladera el que provocó el fuego, que se propagó rápido porque ese enchufe estaba pegado a un sillón del juego de living.
Cuando los bomberos de Rawson pudieron controlar las llamas, los daños que habían sufrido los Guerra eran muy grandes.
La heladera, una cocina, un televisor, el juego de living, una mesa, las sillas, un horno eléctrico, un lavarropas, un calefón, tres camas y prácticamente toda la ropa y el calzado de la familia quedó destruido. Sin contar que la casa quedó seriamente dañada, lo que obligó a que otra familiar les deje una construcción que hay en el fondo para que se queden ahí mientras buscan una salida.
"Tuve miedo, tristeza y bronca porque no pudimos hacer nada… encima con lo que nos costó dejar la casa como si estuviera nueva, la pintamos, le cambiamos las cañerías, los cables… ¡ahora lo que nos irá a salir a arreglarla!, si es que se puede porque la mayoría de nosotros vive al día y sería bueno por lo menos tener un trabajo estable para intentar salir otra vez adelante, porque ahora la situación está muy difícil", dijo Soledad.