Son esas victorias que duelen… Esos triunfos que no se festejan porque en la cuenta final, faltó apenas un punto pero sobró dolor. Impotencia. Preguntas sin respuestas. Fue la crónica de ese final anunciado. Esa dolorosa mueca del destino que seis años después y de la mano del mismo entrenador que aquella vez lo ascendió, este Día de la Madre a Sportivo Desamparados le tocó probar otra vez ese amargo sabor del descenso. Fue ganarle a Juventud Unida por 2-0 y esperar ese milagro que no sería desde Bolívar porque se sabía que ese choque tenía un pacto de no agresión que derrumbó la última esperanza que quedaba en Puyuta. No habría desempate, habría solamente ese dolor que sólo el hincha auténtico sabe sentir. Fue un domingo marcado por el dolor, en un escenario que ya lo vio descender en 2012 también ganándole a un equipo azul y amarillo en la Primera Nacional, sabiendo que pese al triunfo faltaría un punto para la salvación. Esas crueles casualidades del destino que acentuaron la amarga postal de Desamparados en el Bicentenario.

Pero claro, este final aciago no tuvo razones en el corto plazo. Esto empezó mucho antes y además del repugnante ambiente arbitral y dirigencial que se precipitó en las fechas finales del Federal A, hubo mucho y mal hecho en Puyuta como para terminar perdiendo la plaza que supo conquistar en 2004 y que recuperó luego en 2016. Hubo decisiones dirigenciales que conspiraron desde el mismo armado del plantel, con la absurda potestad en manos de un entrenador como Marcelo Fuentes de elegir todo, de armarlo a su parecer. Ese primer paso, fue en falso. Hubo demora en la reacción para dar el volantazo y una vez más, la dirigencia no estuvo a la altura porque la elección por sólo 7 partidos del laureado Luis Islas fue un salto al vacío. Quedando una rueda, llegó uno de los próceres contemporáneos de Sportivo: Ricardo Dillon.

El efecto del Flaco alcanzó para encender la llama de la esperanza pero el Talón de Aquiles siguió siendo ser visitante. En 16 partidos afuera de San Juan, Sportivo Desamparados nunca pudo ganar uno. Con solamente una victoria afuera, con esos tres puntos, hoy habría salvado su plaza. Pero es hablar con el diario del lunes y en la cancha, pese a los problemas como visitante, en los últimos 5 partidos como local, el Puyutano metió 11 de 15 puntos posibles. Con ese envión, no alcanzó y tal vez por eso, el dolor sea mayor. Sea inconmensurable. Porque este Desamparados del tramo final del Federal A merecía algo más. Desde lo futbolístico, su campaña no admite justificaciones. Perdió mucho afuera, no ganó nunca en toda la temporada y eso, lo condenó.

Desde lo extrafutbolístico, la repugnante interferencia de los dirigentes que están matando al deporte más lindo del mundo tuvo su cuota. Primero, con esa absurda conmutación de pena para Huracán Las Heras al que le cambiaron un fallo casi a su medida con una merma insólita en la quita de puntos. Después, ya dentro de la cancha, los arbitrajes colaboraron a terminar de armar este triste final de Desamparados. La boca ensangrentada del Peca Jofré en la fecha 21 ante Sansinena que el árbitro Brian Ferreira ni vio fue uno de esos capítulos de la lista negra. Lo de Liniers ante Villa Mitre con Jonathan Correa de protagonista, lo de Desamparados en Bolívar con Joaquín Gil y el último y escandaloso capítulo en Bahía Blanca contra Liniers. Ni hablar lo que pudo ser el bochorno de Bolívar-Huracán, con un resultado más que imaginado. Así, no se puede… Ni se podrá.

A Desamparados se le escapó el Federal A por errores propios. Eso quedó claro y nadie lo discute. Se armó mal, eligió mal, se quedó sin cancha y no le alcanzó la mejoría del final. Pero en el medio, el fútbol quedó perdiendo. Y no solamente una categoría.

 

Al Regional 2023

Con el descenso, Sportivo Desamparados quedó ya instalado en la edición 2023 del Torneo Regional Federal Amateur que comenzará en la segunda parte del año próximo. Un largo paréntesis de torneos nacionales espera en Puyuta que motivará cambios estructurales.