“Ya nos hicieron el segundo desembolso y queremos seguir con las obras para en dos meses reinaugurar nuestra planta de producción”, dijo orgulloso el calingastino Omar Toro respecto del subsidio para la minería artesanal que recibieron a fin de mejorar y modernizar los procesos de elaboración de tacos inertes para voladuras. El retacado o taco es un parámetro del diseño de perforación y voladura de rocas en minería subterránea.
Normalmente se rellena con material inerte que puede ser arcilla o piedra chancada fina, para que cumpla la función de retener, dentro del taladro, los gases producto de la explosión.
Con más de 120 mil pesos para concretar su proyecto “El Sol de Calingasta”, este emprendimiento familiar invirtió en nuevas herramientas para la elaboración de tacos que fabrican con arcillas de Barreal. Esto significó la compra de herramientas como caretillas, palas, zarandas y banco de trabajo, que integrarán un taller que actualmente remodelan.
“Apuntamos a un producto básico para la minería pero con elaboración segura y de calidad, por eso las mejoras tienen que ver con el confort de nuestro lugar de trabajo, para resguardo de las lluvias y los vientos; un nuevo baño para la higiene de los operarios, pisos, techo y la correspondiente instalación eléctrica”, contó Omar Toro, uno de los miembros de esta pyme familiar. También apuntan a mejorar el desarrollo de un nuevo sistema de llenado de los tacos para optimizar los procesos. “Buscamos algo que nos agilice el trabajo ya que lo hacemos en forma manual con una especie de embudo, llenando bolsita por bolsita, así que veremos si alguien de la Universidad nos puede diseñar algún sistema” detalló Toro.
La familia ya comercializa sus productos a la mina calingastina Casposo que utiliza entre 4 mil y 5 mil tacos para voladura por mes, una cifra que puede variar de acuerdo a la productividad de la mina. El taco es el relleno de la parte superior del taladro con material estéril. Su misión es la de retener los gases producto de la explosión, durante fracciones de segundos, suficientes para evitar que los gases fuguen por la boca del taladro y de esta manera trabaje por completo en el proceso de la fragmentación de la roca.