En tiempos donde los fríos números de la economía son la máxima tendencia, son justamente los guarismos aquellos que marcan que este Boca es claramente el mejor de la Superliga que tuvo su bautismo esta temporada. A saber: el equipo con más puntos (57), el que más goles anotó (47), el que más partidos ganó (18), el más efectivo de local (85%) y el que tuvo la mejor racha de triunfos en fila del certamen (8). Justamente en ese punto está una de las claves de este título para Guillermo Barros Schelotto y compañía: todas esas victorias las obtuvo en el arranque. Fue en ese principio donde llegó a sacarle a su inmediato perseguidor más de media docena de puntos. Con ese ‘colchón’ se hizo fuerte ante los momentos de tormenta como los que debió vivir desde que en marzo pasado perdió la final de la Supercopa Argentina ante River. Ese fue el ‘clic’ de un equipo que pese a sumar en el verano a Carlos Tevez (lejísimo de su mejor versión), nunca más se notó confiable. Más bien todo lo contrario. Tuvo en Cristian Pavón, además de un soldado de hierro (acumula 69 partidos de titular en fila), el factor desequilibrante cuando en conjunto el equipo no hizo pie. Será esa ‘electricidad’ en los metros decisivos de la cancha la que seguramente lo llevará al cordobés a estar en el Mundial de Rusia.
Pero este Boca más allá de los números tiene su talón de Aquiles en la falta de juego. En la ausencia del brillo. Más aún, salvo en algunos pasajes, durante la gestión del Mellizo como DT es su máxima carencia, potenciada por la carencia de referentes de peso dentro y fuera del césped. No en vano las caídas en los mano a mano contra River, o en instancias cruciales de torneos como la Copa Argentina y la propia Libertadores.
Difícilmente alguien pueda asegurar que este campeón será recordado por mucho tiempo más. No estará en la memoria colectiva definitivamente y ni hablar si el próximo miércoles se termina el sueño de seguir con vida en la Libertadores, claramente el máximo objetivo del año y la gran obsesión de todo el planeta xeneize.
Guillermo disparó anoche contra un ídolo de River como el Beto Alonso: "Es un irrespetuoso. Siempre habla de más".
Así como a Guillermo le cabe la capacidad de conducir un equipo que hace casi 520 días que es puntero del fútbol doméstico, también le corresponde su responsabilidad ante la falta de ‘jogo bonito’. Un dato claro: Boca es el plantel con mayor presupuesto del país.
Las lesiones en el camino de esta Superliga de Fernando Gago y Darío Benedetto lo privaron de dos piezas importantes en ese sentido. Hay que agregarle el hecho que Tevez retornó de sus ‘vacaciones’ por el fútbol chino en una versión aún más desmejorada de la que se alejó del país a finales del 2016.
No se puede dejar de lado el impacto emocional que fue caer en Mendoza contra el eterno rival. Basta con ver cómo repercutió de manera inversamente proporcional en los dirigidos por Marcelo Gallardo.
Boca sumó un nuevo bicampeonato en su rica historia. Su gente, como debe ser, lo celebró a pleno anoche en todos los rincones del país. Tan cierto como que esos mismos fanáticos saben que dentro de una semana está en juego el verdadero 2018. Ni más ni menos. Ahí, sin margen de error y con una oreja y un ojo mirando lo que ocurra en San Pablo, Boca pondrá en su real dimensión este título. Por ahora, hay algo más que claro: Boca es un campeón tan indiscutido como anémico de brillo.
>> Los títulos
Boca sumó su estrella número 67 anoche con la obtención de esta Superliga. El detalle: 33 Ligas locales, 12 copas nacionales y 22 títulos internacionales. A su vez, sumó su noveno bicampeonato nacional y tiene tres más en el plano internacional. Nunca fue tricampeón.