El conocimiento en el uso del tejido en telar criollo fue transmitido por décadas por las artesanas de Calingasta, Valle Fértil, Jáchal y 25 de Mayo, entre otras zonas de la provincia. Todo este cúmulo de experiencia y técnica de las tejedoras locales está muy ligado al estilo de vida que se lleva en las pequeñas comunidades al norte sanjuanino. "El tejido es también, identidad y pertenencia", estos conceptos los asimiló la profesora en historia Celestina Stramigioli, en sus viajes por Jáchal y por todo el país. Es investigadora de textiles tradicionales y ha realizado proyectos para recuperar el teñido con tintes naturales en Jáchal desde 1986. Ahora, regresará en el marco de la Certificación de la Identidad Artesana Sanjuanina, es el sello de calidad y origen que otorgará el Mercado Artesanal Luisa Escudero a los hacedores provinciales. Además, de ser miembro del comité evaluador para la certificación, la profesora dará un encuentro de formación y charla de los tejidos tradicionales en Jáchal, en la Escuela Bonifacio Palacios de Tamberías, el próximo 23 de noviembre (ver DATO). La especialista habló con DIARIO DE CUYO previo a su llegada y desarrolló las cualidades del arte textil que caracterizan a esta región de Cuyo. Partiendo de un mestizaje de técnicas españolas con indígenas, el arte textil sanjuanino se caracteriza por "la variedad de técnicas que las teleras ejercen y en algunos casos se mantienen, con el uso del telar criollo", dijo la licenciada.
Entre las técnicas más conocidas y reconocibles son la frazada bordada al telar, las guardas en lista atada, el tejido de poncho, el tejido con quinto lizo, el cordoncillo, el bordado sobrepuesto de frazada, la felpa al telar, el jergón a cuadritos de Mogna, las caronillas o peleros caroneros, las chalinas y las alforjas bordadas con felpa partida. Todo esto es posible gracias a la versatilidad que permite el telar criollo. Se pueden tejer tanto en peine como a pala. Esta multiplicidad de técnicas se da en forma homogénea en San Juan, Mendoza, San Luis y La Rioja, con mínimas diferencias. Ella sostuvo que muchas de estas habilidades se fueron perdiendo en otras provincias, aunque no ocurre lo mismo en comunidades alejadas como Mogna. "Hace unos 30 años atrás, Mogna era todo un reservorio de técnicas y conocimientos bastante interesante. Ahora cuando vaya nuevamente podré saber hasta qué punto se conserva esa riqueza", dijo.
Cuando se vinculó por primera vez con las tejedoras jachalleras, en 1986, al articular un proyecto de recuperación de tintes naturales con el Mercado Artesanal (bajo la gestión de Delia Beatriz González y Juan Mariel Erostarbe, como subsecretario de cultura de la provincia), logró reunir a más de 30 mujeres del norte provincial y constató numerosos saberes que fueron adquiridos entre la experimentación y la convivencia. Después hizo otro viaje a Mogna hace 6 años. Pero se encontró que la mayoría de las teleras ya habían fallecido. Ahora le tocará conocer a sus descendientes que están desarrollando la tecnicatura para tener la certificación artesanal.
"Será muy fuerte volver porque tengo el recuerdo muy fresco de todas esas compañeras que ya no están. Espero conocer también a la legendaria telera Herenia Moyano, de 25 de Mayo. Sus caronillas son únicas en las provincias cordilleranas".
La especialista advierte que existe una fragilidad en la continuidad de la actividad artesanal. Porque, con el paso del tiempo, las tejedoras fallecen y si no logran transmitir su saber, la técnica desaparece. En esto, para ella, es fundamental "el rol de los estados locales, que, con políticas adecuadas, facilitarían el estímulo". Por otro lado, también sostuvo que hace falta una educación para lograr consumidores responsables, esto significa que "estén dispuestos a no rebajar el valor o pedir un precio menor por lo que el artesano ofrece. Muchas veces, ve a la prenda como un recuerdo o souvenir, pero no valora la fuerza de trabajo que se necesitó para hacerla". Sin embargo, Stramigioli, afirmó que hay una tendencia contemporánea que se da en varias regiones, en el seno de las propias familias de las artesanas y artesanos van abandonando las prácticas. "Las generaciones más jóvenes aspiran a mejorar su calidad de vida y las madres que repitieron la vida que llevaba la madre de Sarmiento, quieren que sus descendientes tengan una vida menos sufrida y sacrificada. Entonces, las hijas se dedican a ser enfermeras, docentes o ejercen otras disciplinas que garanticen un salario fijo", aquí señala uno de los principales problemas que tiene la artesanía. "Pude comprender en las casas de las tejedoras, sus nietos terminan integrándose a una fuerza de seguridad. Ser policía, gendarme, o estar en el Ejército, eso está reflejado en los cuadros y retratos, porque para ellos es aspirar a un futuro más estable y consideran que la artesanía tradicional no lo puede brindar". No solo en ese aspecto, la historiadora señaló que en cada unidad familiar, las artesanas "han perdido la posibilidad de autoabastecerse porque ya no se cría animales como antes y deben comprar lanas en puestos de circuitos alternativos". Por todo esto y otros factores, considera que es urgente que "existan canales y circuitos de venta más atractivos y que dejen de depender de tantos intermediarios, al contar con ferias que tengan mayor frecuencia y regularidad. Y que, desde el Estado, cuenten con una línea política clara que genere confianza y seguridad, con un mecanismo de transacción que estimule a que las tejedoras puedan invertir en lanas y en tintes; y en todo lo que necesiten seguir produciendo", afirmó.
Ahora, Celestina volverá, a pesar de las ausencias, pero quiere conocer con ansias esta nueva generación que quiere ser heredera de esos saberes ancestrales, conocer cómo piensan y qué objetivos tienen. Y también con estudiantes y emprendedores que quieran asimilar esas técnicas. "Será todo un nuevo descubrimiento para mí. El tiempo no se detiene, la vida sigue hacia adelante. Tengo mis años también y cada generación tiene sus propios anhelos y proyectos", remarcó y como conclusión final, apostó a que preservar esta diversidad del arte textil es vital para la construcción de una memoria colectiva, porque así el pueblo mismo se nutre de identidad.
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