UNO SOLO. Matías Soto y su hija Delfina son inseparables. Compañera, compinche para todo, el piloto campeón en Chile disfruta de un momento que siempre soñó

 

Es genética pura. Concebido, nacido y criado en el mundo de las motos, el campeón del Torneo Chileno de Motociclismo Velocidad no duda un instante: "Tengo la velocidad en la sangre’. Con esa frase, Matías Soto define por qué el vértigo, el peligro, los triunfos y esa pasión que no suelta nunca. Pero detrás de ese piloto que se animó solito y en el anonimato absoluto a cruzar la cordillera y terminar siendo campeón tres fechas antes, hay una vida. Común o no tanto según como se la mire porque Matías no vive del motociclismo y es un laburante como el que más.

"Entreno siempre que me dan los tiempos porque a Delfina la tengo conmigo día por medio, así que acomodo el gimnasio y las pruebas con esos horarios porque la prioridad siempre en todo la tiene mi hija’.

Dueño, eso sí, de una herencia familiar que se remonta a los genes que le dieron su papá David -mecánico, piloto- y su mamá Norma Morel -piloto también-. Pero en el día a día, Matías reparte su vida en el trabajo en la Bicicletería Pereyra en el centro capitalino y es más, este domingo tendría que estar corriendo en Quilpué, pero las obligaciones laborales lo dejaron en San Juan aunque ya siendo campeón en Chile y esperando el Premio Coronación de noviembre, con las obligaciones y el amor que profesa por su hijita Delfina, de 4 años.

 "Hay una persona que me ayudó muchísimo y siempre está en todo y es Mario Frack. El me contactó con la gente en Chile, siempre me aconseja y mucho de este lindo presente es responsabilidad suya y de su generosidad’

Y así la define: "Es mi vida, un sostén. En un momento tan difícil como esos te das cuenta que un hijo es algo que te queda para toda tu vida… Amo muchísimo a mi Delfi, llevo su nombre en la moto y antes de subirme a correr le doy un beso a su nombre y le digo que me acompañe. También llevo su nombre en el casco y en mi traje’. Con eso, Matías desnuda su amor por la razón de su vida. Delfina es su cable a tierra y el motor de todos sus proyectos.

"Es un año sensacional. De ser un desconocido pasé a ganar un título, viajar y seguir creciendo’.

 Matías Soto / Motociclista

Pero su historia es especial. Distinta: "Antes no era conocido. Empecé muy chico en los ciclomotores pero dejé por más de 10 años. Le di al mountain bike con todo y me prendí en carreras importantes hasta que salió la chance de subirme a las 110cc. Corrí acá, luego en La Rioja y ya con 28 años se me dio por probar en Chile. Ahí mi viejo empezó a consultar y contactó a Mario Frack que había sido ganador en Chile. El hizo todo para que fuera, me contactó y llegué para que me dieran un gran equipo. Los resultados se fueron dando. Y este sueño empezó a crecer. Fui a México invitado al Latinoamericano y después se dio ser campeón y crecer en la categoría. Ahora, fui a San Luis y poder correr en mi país con los mejores fue emocionante. Creo que por ahí va ahora el camino. Representar a San Juan en Argentina y en Chile’.

Volviendo a su vida diaria, Matías siente que su razón de ser es Delfina: La tengo día por medio y es mi locura. Siempre la tengo presente. En todo y para todo. No me puedo quejar. Mis viejos son sensacionales y me apoyan en todo. En el trabajo, me bancan con el tiempo para poder viajar y correr y además tengo a mi hija que me ilumina cada día. Soy feliz y estoy viviendo un año inolvidable desde todo punto de vista. Volví a las motos y se dio todo rápido. Ahora hay que seguir aprendiendo, creciendo en todo y sabiendo que estas son las oportunidades que uno siempre soñó en su vida porque a la velocidad la llevo en la sangre’.