Bastó que Donald Trump dijera que Kim Jong-un es el "hombre cohete", para que el líder norcoreano expresara que el presidente norteamericano es un "viejo gagá, mentalmente desequilibrado; incapaz y un perro asustado".
Lógicamente que Trump no dejó pasar la posibilidad de replicar y dijo que Jong-un era "obviamente un loco" y advirtió que iba a "destruir totalmente a Corea del Norte". Esto hizo que Pyongyang manifestara que EEUU "le había declarado la guerra" y que de ahora en más comenzaría a derribar aviones que ingresaran o se aproximaran al espacio aéreo coreano.
Como habíamos consignado en un artículo editorial anterior, ambos mandatarios están jugando peligrosamente a "la ruleta rusa de la guerra", a través de ensayo nucleares y declaraciones ofensivas y de carácter personal que hacen temblar al mundo, conociendo el poderío bélico con el que cuentan estas dos superpotencia. Desde 2012 a la fecha, Corea del Norte ha realizado 24 pruebas nucleares con las que ha provocado movimientos sísmicos de gran intensidad. La última fue con una bomba de hidrógeno y ocasionó un sismo de 6,3º en la escala de Richter, similar al que acaba de destruir parte de la ciudad de México DF.
La crisis entre ambos países llegó hace unos días al seno de la Asamblea General de la ONU, donde el canciller norcoreano denunció agresiones norteamericanas y dijo que EEUU "declaró la guerra a su país".
Corea del Norte está dispuesto a seguir con el desarrollo de sus armas nucleares y, lógicamente con sus periódicos ensayos, mientras que EEUU intenta ponerle un freno hasta ahora sin éxito. En este sentido, expertos en política internacional sostienen que hay que tener en claro que Corea del Norte no va a renunciar a sus armas nucleares y que las va a conservar a toda costa.
La situación es muy delicada, ya que está en juego el destino de la humanidad. Es por esto que las demás potencias del planeta deberán comprometerse a tratar de que Trump y Kim Jong-un recapaciten sobre la posición que ocupan en el concierto internacional, para evitar de esta forma un posible conflicto bélico apocalíptico que puede desencadenarse con una simple mala interpretación de lo que cada uno quiere decir. La cooperación internacional es clave para lograr diálogos y acuerdos para evitar la proliferación y uso no bélico de la energía atómica.
