Ambos se conocieron en la Colonia Rosales, al suroeste de la histórica esquina de Hipólito Yrigoyen -San Miguel- y República del Líbano, Rawson, de donde son oriundos. Juntos, hace ya más de 40 años, decidieron formar una familia y vivir de la chacra.
Recientemente la Sociedad de Chacareros Temporarios, liderada por el productor Juan Carlos Giménez, distinguió a Antonio, "por el aguante", dice bromeando Antonio a Suplemento Verde DIARIO DE CUYO con la azada en la mano listo para acomodar un bordo para el riego.
Pero lo cierto es que la suerte de ambos comenzó a cambiar hace ya 16 años, allá por el 2001. Antonio comenzó a sentirse mal. Los médicos confirmaron lo peor: un mal congénito terminó con sus riñones, debieron internarlo para salvarle la vida y, a partir de ahí, dializarse tres veces por semana, dejando de lado todo trabajo forzoso e insalubre. Así, ese mismo año, Magdelana y Antonio enfrentaron la peor crisis recesiva de la historia argentina.
"Salí a buscar trabajo. Pero con más de 40 años nadie me quiso contratar", comentó Magdalena agregando: "Tampoco quería un plan social. Eso le hace daño a la gente".
Pronto vendieron un lote y luego una camioneta para hacer frente a los gastos de la enfermedad junto con el apoyo de la Sociedad de Chacareros. La situación era muy clara y entonces Magdalena tomó una decisión a regañadientes de Antonio: se subió al tractor y se hizo cargo de las chacras que se venían deteriorando y malvendiendo forzosamente.
Volver a empezar
"Al principio los bordos y muchas otras cosas me salían chuecos, pero luego, a los ponchazos y con la ayuda de parientes y amigos fui aprendiendo y pudimos sacar las cosas adelante".
El término "a los ponchazos" en este matrimonio se cumple literalmente, dado que ambos deben enfrentar, ella en la chacra y él en el mercado, temperaturas extremas todo el año.
Antonio se fue recuperando y aunque no pudo volver a trabajar la chacra como antes, sí a comercializar su producción en el Mercado Concentrador de Rawson, donde todo el mundo lo respeta y admira por su testimonio de vida.
Por esto Magdalena agregó que "así fuimos aprendiendo y no hay paredes que se resistan ni dificultades que no se puedan superar cuando uno se lo propone".
La herencia
De este matrimonio nacieron "Nanci Mabel -hoy de 41 años-, Sergio Andrés -36-, Ivana Noelia -32-. Nanci es maestra de grado y jardinera, Sergio comercializa en el puesto de la Feria de Capital ‘de Gallego’ y la tercera es instrumentadora quirúrgica. Ahora tenemos 5 nietos y uno en camino", indicó Antonio.
Ambos destacaron: "A los jóvenes hay que decirles que estudien, porque es la única herencia que dura hasta que uno es viejo y nadie te lo puedo quitar".
Sobre su fe en Dios Magdalena primerió: "Dios nos ayudó muchísimo. Cada mañana doy gracias a Dios por abrir los ojos, caminar, trabajar y ver a mi marido que no sé de dónde saca ganas para trabajar si no es de Dios".
"Veo las parejas que se separan y me duele por los niños que separan y hacen añico a los niños. Separarse no es una solución sino que trae más problemas. Hay cambio de pareja, pero es uno el que no cambia y entonces muchas parejas vuelven a tener problemas", explicó Magdalena.
Y agregó: "Los problemas siempre están, no me ha sido fácil pero he salido. No tengo lujos pero vivo bien y mi marido gracias a su actividad se mantiene bien y hasta los médicos se sorprenden".
"Mi trabajo me gusta y aunque ande con la ropa sucia igual amo lo que hago, como cualquiera que quiera su profesión", indicó finalmente la chacarera mientras embala una de sus berenjenas.
Así, desde hace 16 años, agradecen a la vida y producen hortalizas como cebolla, tomates, rúculas, rabanitos y berenjenas junto a un grupo de colaboradores. De la mano, no solo han vencido barreras impensadas para muchos de nosotros, sino que han podido testimoniar con su vida la frase de Papa Francisco: "El trabajo unge de dignidad a una persona la dignidad como tal, solo viene del trabajo".