Aunque en tiempos de aislamiento social y preventivo no pueden más que hacerles un llamado por teléfono, a lo sumo una videollamada, en el listado de posibilidades figuran partidas de cartas o de juegos de mesa, compartir una tacita de té, la lectura de un libro y la pintura de mandalas, unas vueltas de tejido, largas charlas. En esto consiste la enorme tarea solidaria que llevan adelante los voluntarios del grupo Madre Teresa de Calcuta, una de las obras de la Fundación Manos Abiertas y que tiene como exclusivos destinatarios a personas que están solas.
A diferencia de otras acciones solidarias, no se trata de una tarea que implique poner en juego recursos económicos ni materiales. Sí en cambio, funciona gracias a que algunas decenas de personas dedican su tiempo, su voluntad y su amor ni más ni menos que en acompañar de forma gratuita. Esto puede verse como una ayuda sencilla, sin embargo encierra una gran valoración para quien no tiene a nadie más.
Tres horas, una vez por semana, son las que destinan para ir en dupla, en tiempos normales, a visitar a las personas -generalmente mayores de entre 70 y más de 90 años, aunque hay un caso de una mujer de 40 años que ha pedido este tipo de colaboración- a sus viviendas o inclusive en geriátricos. Ahora con la "nueva normalidad" todo se hace por teléfono.
Eso sí, los voluntarios aclaran que no son médicos, ni psicólogos, ni asistentes sociales, ni abogados. No pueden hacer trámites personales, ni inmiscuirse en sus problemas económicos ni mucho menos familiares. Sí en cambio, pueden ocuparse por generar un vínculo, regalarles un buen momento y hasta animarlos.
Son consciente que en estos tiempos de vorágine, se destina poco tiempo a los mayores y por ende, la soledad, está catalogada como uno de los mayores riesgos de mortandad, luego de las enfermedades cardiológicas. "Es importante el trabajo de acompañamiento porque se ha comprobado que la persona sola al sentirse que ya no es útil, al sentirse no querida, desplazada, deja de comer, no se hidrata y se deja morir, porque esa es la única solución que encuentra en esta vida. Al tener una compañía, aunque sea semanal, al estar con ellos, escucharlos, hacer actividades que les hagan bien, recuperan la autoestima porque saben que hay dos personas que piensan y se ocupan de él", explican Elsa Balaguer de Vargas y Susana Aneas, quienes coordinan el voluntariado de la obra Madre Teresa de Calcuta.
La iniciativa está a punto de cumplir los 5 años, desde aquel 5 de septiembre de 2015, cuando un grupo de voluntarios llegó hasta la casa de las dos "primeras patroncitas", tal como llaman a quienes reciben la ayuda porque consideran que esas personas son quienes les dictaminan lo que necesitan. Actualmente acompañan a más 10 patroncitos y tienen al menos media docena de pedidos a la espera que mejoren las condiciones por el coronavirus en San Juan y se vuelva a flexibilizar las salidas.
El puntapié inicial
Cuentan que las tareas solidarias con el prójimo que llevaba adelante el padre San Alberto Hurtado sirvieron de inspiración para que el sacerdote jesuita, Angel Rossi, creara la Fundación Manos Abiertas. Eso fue hace ya 27 años y su trabajo en servicio de los más necesitados (como personas solas, enfermos terminales, pastoral carcelaria, pacientes con Sida, niños de la calle), pronto se multiplicó en el país, desde Córdoba. Actualmente hay 10 delegaciones y ya se proyecta extenderse a Uruguay. En San Juan, la entidad no sólo hace una tarea de contención y ayuda a enfermos terminales sin recursos a través de la Casa de la Bondad, sino que hace otras acciones solidarias.
La iniciativa de dedicar tiempo, atención y escucha activa a quienes padecen soledad fue una consecuencia del trabajo con enfermos terminales. "Los voluntarios de Córdoba percibían que muchas de las personas que iban no era porque tuvieran una enfermedad terminal sino lo que más las aquejaba y pesaba era la soledad", explican las voluntarias. La obra funciona en Córdoba y San Juan como pioneras pero también en Mar del Plata, Chaco, Buenos Aires, Jujuy.
Aquí, desde junio de 2019, las acciones con las personas solas se desdoblaron en dos sedes: una que recorre los departamentos cercanos y otra en Albardón, con un grupo de 5 voluntarias que atienden a 5 patroncitos.
La tarea se basa en cuatro principios fundamentales que se desprende de las enseñanzas de San Ignacio de Loyola ("Amar y servir"), Henri Nowden autor de Somos sanadores heridos, la Madre Teresa de Calcuta y sus "Pequeños gestos con gran amor" y San Alberto Hurtado que promueve su lema Contento, señor, contento. "Diariamente aplicamos estos principios que marcan el camino. Por ejemplo, si bien somos una entidad católica apostólica romana, nuestra obra está abierta a todos los credos, a todas las edades, sexos y necesidades. Sólo somos voluntarios que abrimos el corazón y cedemos el tiempo de manera gratuita y generosa para ayudar al más débil, no nos acercamos al otro para juzgarlo sino para entenderlo", aseguran.
PARA DAR Y RECIBIR
Toda persona mayor de 18 años, con tres horas libres por semana, mucho compromiso y amor para dar, puede convertirse en voluntaria de la obra. Para eso, debe manifestar su interés por sumarse, concurrir a una charla por mes que organiza el Voluntariado de la fundación en la que se les explican las actividades y áreas para que la persona pueda elegir según su vocación, sus deseos y su disponibilidad de tiempo. Luego deberá pasar una entrevista individual y, una vez admitido, podrá empezar a hacer la tarea en compañía de otro voluntario más experimentado. Además una vez por mes hay un encuentro para tratar las problemáticas y para capacitarse en temáticas como la esperanza, la alegría, la soledad, entre otros.
Para sumarse basta con contactarse con la Secretaría de la Fundación Manos Abiertas (los días lunes, miércoles y viernes de 9 a 12 al teléfono 4212056), o con la Casa de la Bondad (al 4267459, todos los días de 9 a 12 y de 17 a 20).
A los mismos contactos puede acudir todo familiar, amigo, vecino, conocido de una persona sola que necesite compañía. Sólo tienen que dar algunos datos de esa persona. Generalmente piden que se llene un formulario.