Que bebió agua de lluvia de un charco. Que se acurrucó y durmió algo cuando el cansancio y el frío lo acorralaron. Que tuvo mucho miedo. Y que en medio de la noche y los peligros buscó el camino de regreso a donde estaba su papá en una finca que la familia Robledal tiene en inmediaciones de calle Balmaceda, unos 3 km al Sur de Ruta 20 cerca del río San Juan (límite con 9 de Julio). El pequeño no halló ese camino y ayer, ya con mayor claridad, decenas de policías y funcionarios involucrados en su búsqueda no dejaban de asombrarse que hubiera sorteado los árboles y arbustos con espinas, las malezas y las dificultades del terreno.
Y sobre todo el frío, que enfrentó con su remerita de Argentina y su actitud de no quebrarse y seguir. Así lo hallaron ayer alrededor de las 9 dos obreros que habían salido a buscarlo, porque uno de ellos tiene un hijo policía y le había encargado avisar si veían al chico.
El caso es analizado por los pesquisas policiales para saber si existió o no algún delito en el hecho.
Cuando vieron al niño deambulando en medio del campo en inmediaciones de San Isidro y Colón, ya del lado de Caucete (a unos 5 km en línea recta de donde se perdió), Eduardo Olivera comprendió que era Gabriel Bastías (7) el chico buscado y lo llevó a su casa. Allí su esposa Ana le dio agua, lo alimentó, lo abrigó, se comunicó con su hijo policía y este le pidió una foto. Enseguida la imagen llegó hasta donde estaban los padres que, alterados y con el corazón en la boca, dudaban en ponerse de acuerdo en si era o no. El pedido de una segunda una imagen de cuerpo entero los hizo estallar de alegría. Y alivio, porque hasta entonces, que se hubiera perdido era la hipótesis más benigna, pues ninguno descartaba un desenlace peor con ese pequeño.
"Para mí es un milagro que esté bien por las condiciones extremas que atravesó, el frío, la sed, el peligro cierto de ser atacado por animales, como los zorros que hay en la zona", sintetizó ayer el fiscal coordinador de la UFI de Delitos Especiales Iván Grassi, que se rompió los pantalones y sus zapatillas en la búsqueda, acompañado del fiscal Renato Roca y los ayudantes fiscales Maximiliano y Cristian Gerarduzzi, Roxana Fernández, Ignacio Domínguez, Cesar Recio y Adrián Elizondo.
En ese dificultoso rastrillaje con perros, drones y hasta con un helicóptero, participaron también el secretario de Seguridad Carlos Munizaga, el jefe de Policía Luis Martínez y decenas de efectivos de varias áreas, como elgrupo GERAS, Canes, Policía Montada, Búsqueda y Rescate, Bomberos y efectivos de la seccional 31ra.
El niño estaba con su papá Leopoldo Bastías (separado de la madre del nene) en la finca donde el hombre trabaja en la cosecha de tomates con otros cuatro obreros. Según fuentes policiales y judiciales, alrededor de las 14 del viernes, Gabriel le avisó a su padre que se iba a orinar y se internó en unos parrales. Al ver que no volvía su papá fue a buscarlo y no lo encontró.
La Policía recién pudo conocer del hecho alrededor de las 17.30, cuando su padre y los demás obreros vieron que era imposible dar con él.
Si existió o no alguna maniobra delictiva, es algo que ahora determinarán ahora las autoridades judiciales que investigan el caso.