No apelaba al engaño ni las regalonerías para salirse con la suya, siempre era a la fuerza. Cuando veía la ocasión, la tomaba y la llevaba a su habitación o al baño para que se bañaran juntos. Entonces la niña era blanco de una descarga de depravación: besos, manoseos, sexo oral, la introducción de dedos y francos intentos violación se sucedieron cada vez, durante casi un año. Y sin que la víctima pudiera hacer nada, pues era amenazada con ser golpeada o sufrir algo inesperado en la calle. Entonces tenía 8 años y prácticamente ninguna defensa contra la pareja de su abuela, un jubilado de 75 años al que llamaba abuelo y la atacaba en su casa de Albardón, cuando la niña iba de visita.
El secreto se mantuvo tal vez a costa del encubrimiento de la abuela de la niña, pues relató que en una ocasión ella la sacó del baño cuando ambos estaban desnudos. Pero un día, el 22 de octubre del año pasado, la verdad se conoció de manera cruda: una mancha de sangre en la bombacha de la menor, fue percibida por una amiga de la madre que la tenía a cargo junto con sus hermanas. Y tres días después, cuando la madre volvió de La Rioja, interrogó a su hija y le contó todo.
Y volvió a repetir su versión en la entrevista que le hizo un psicólogo en el ANIVI, donde se consideró que sus dichos difícilmente pudieron ser inventados pues se condecían con traumáticas experiencias reales, por el nivel de detalles empleados para describir lo que le hacía ese jubilado al que respetaba como un familiar más.
Esa prueba fue clave para que el juez Alberto Benito Ortiz (Primer Juzgado de Instrucción) ordenara apresarlo, primero, y lo procesara luego con prisión preventiva, dijeron fuentes judiciales.
Al momento de ser abordado por una psicóloga, González apeló a una suerte de olvido selectivo sobre sus contactos con la nena, y al final no dudó en intentar zafar con el argumento de que tenía problemas con la madre de la pequeña y que la víctima había sido preparada para acusarlo y perjudicarlo.
Su versión no prosperó como tampoco un pedido para esperar el juicio con prisión domiciliaria, y por eso todo indica que seguirá preso en la cárcel de Chimbas hasta el momento del juicio, acusado de cometer abusos sexuales con acceso carnal, agravados por estar a cargo del cuidado de la menor.