"Una gran felicidad", sintetiza Aída del Cid. "Un placer", dice José Domingo Petracchini. "Estamos muy contentos", cuenta Jorge Romero. "Emocionante hasta las lágrimas", expresa Jorge Fuentes. Ellos son los cuatro directores de los coros de la UNSJ que -la mayoría esta semana- regresaron a los ensayos presenciales; y así sintetizaron la vuelta luego de que las restricciones por la pandemia mandaran a cada uno a cantar a su casa, hace ya año y medio. Conectados por computadoras y teléfonos, todos trataron de mantenerse en contacto y en actividad, incluso la mayoría grabó y editó videos y los subió a las redes y plataformas en distintas circunstancias: desde un homenaje para fallecidos por el covid hasta la participación en convocatorias nacionales e internacionales; y de hecho lo siguen haciendo; pero… con más o menos aceptación y adaptación, hoy coinciden en que la virtualidad es "mejor que nada", pero ni punto de comparación con cantar juntos, tanto en lo humano como en lo técnico. Por eso, cuando la valla se levantó para ellos -tras aprobarse en el ámbito universitario el protocolo que habían presentado en conjunto desde el Centro Coral- la alegría fue enorme y compartida: Los coros Pre Universitario, Universitario, Vocacional y de Niños (Jilgueritos, De niños y jóvenes; y Preparatorio) volvían a sonar otra vez.
"El trabajo remoto se hacía cada día más complejo. La virtualidad es tirana para hacer ensayos corales, porque no se puede apreciar el sonido de la masa coral como se aprecia en vivo y en directo. Además algunos no tenían internet en casa; y los inconvenientes tecnológicos propios del internet y las aplicaciones… Fueron tiempos difíciles", señaló Aída del Cid, al frente del Pre Universitario, quien contó que -tal como pasó con los más pequeños- tienen chicos nuevos que recién ahora pueden vivenciar un ensayo "de verdad". "Hemos estado trabajando individualmente, estudiando en nuestras casas, cantando individualmente, pero… cuando están todos juntos, el que se equivoca se corrige con las otras voces. ‘Una voz se afina con otra voz’, dice un reconocido pedagogo; y eso no se logra de otra manera que no sea presencial", adhirió Jorge Fuentes, responsable de los coros De niños y Jóvenes, Preparatorio y Jilgueritos.
"Nuestra actividad es esencialmente social. Somos un instrumento formado por el conjunto de todos, y un instrumento humano que requiere ser afinado, por eso la virtualidad es tan rechazada, porque es incompatible totalmente, pero era el único medio para estar en contacto", acotó Jorge Romero, cabeza del Universitario, que para Semana Santa hizo la Misa Criolla en el Anfiteatro, a pedido del Auditorio; y que ahora fue el primero en retomar los ensayos presenciales, hace un par de semanas, porque interviene en la ópera Madame Butterfly, con la que reabrirá el Teatro del Bicentenario en septiembre.
"El año pasado hemos hecho los videos y toda la historia, hemos laburado, pero a los ponchazos. Los ensayos por Zoom, no nos mintamos, son una payasada, porque no hay forma de que canten dos al mismo tiempo ni que vos cantés y yo te acompañe con el piano, porque va uno por un lado y otro por el otro. Yo, lejos de estar contento, terminaba amargado, enojado, frustrado… todo junto. Me daba cuenta de que era en vano musicalmente. Un ensayo presencial es mejor que 50 por Zoom, sin ninguna duda. El primer día que volvimos, ya logramos armar una obra", opinó Petracchini, quien con el Vocacional ya pusieron golas a la obra para celebrar aniversario, cerca de fin de año.
Dado que, como reconoció Romero, "el canto en conjunto es una actividad muy sensible", e incluso "arriesgada", como dijo Del Cid "por las partículas de saliva que se esparcen involuntariamente mientras se canta"; por supuesto que para poder volver se adecuaron a disposiciones ya extendidas como trabajar en burbujas según las capacidades de los espacios de ensayo desde la Escuela de Música hasta los salones del Teatro del Bicentenario -pasando por el Aula Magna de la Facultad de Filosofía-, el uso del barbijo y la distancia entre coreutas.
En cuanto a los barbijos, cuentan que entre lo más complicado más allá de que al principio no sabían a quiénes tenían al lado -bromean- está la proyección de la voz y la imposibilidad de ver cómo colocan la boca en algún ejercicio, por ejemplo. "Cantar con tapabocas disminuye la intensidad del sonido, pero por el momento no hay otra opción, eso es mejor antes que nada", sostuvo Del Cid. Algunos incluso testearon cuáles se adaptaba más y entre los preferidos quedó el quirúrgico. Y únicamente cuando hay una necesidad puntual, se lo sacan un momento.
Para Fuentes, sin embargo, el mayor desafío lo plantea la distancia. De todos modos subrayó que la acústica del Aula Magna es buena y se escucha bien aunque estén separados. "Sí, se logra el efecto de masa coral, yo me quedé impactado. Fue una alegría porque se escuchaba el coro otra vez, después de un año y medio", sostuvo movilizado. "Vale la pena. Hemos saboreado esta nueva realidad y nadie quiere ir para atrás. Si nos cuidamos, no tiene que haber ningún contagio", añadió el director. Y sus declaraciones respecto de no retroceder, son las de todos. "Cumplimos con todo, no queremos que nos cierren otra vez", sumó Petracchini, para quien es también una cierta tranquilidad que la mayoría de su gente ya tenga al menos una dosis de vacuna. "Será un nuevo desafío, pero no queremos arriesgarnos a nada, por eso vamos a cumplir con los protocolos", agregó Aída.
Con más ganas que nunca, cada grupo fue reencontrándose. No hubo abrazos ni besos esta vez, pero las miradas lo decían todo. Por supuesto que el trabajo será intenso, tras largo tiempo sin actividad conjunta; pero cara a cara todo es más simple y efectivo; tanto que en comparación con la virtualidad, ¡hasta parecía que les sobraba tiempo! Así comenzaron a rearmarse, a conocer a aquellos a quienes sólo habían visto por cámaras, a hacer trabajo vocal, a restablecer la amalgama de las voces, a buscar ese sonido coral que los distingue y a retomar proyectos truncados por la pandemia, que también los golpeó de cerca desde lo afectivo. Pero ahí estaban, otra vez cantando. Y la emoción era… ¡coral! "El solo hecho de reencontrarnos, de volvernos a juntar en un ensayo es un adelanto gigantesco", subrayó Romero. "¡La alegría de los chicos y de los profes! ¡El poder cantar todos juntos y al mismo tiempo!", acotó Del Cid. "¡Había unas ganas de cantar!", exclamó Petracchini. "Más allá de los barbijos y de estar separados, la energía estaba. Y se sintió", remató Fuentes, tan movilizado como sus colegas, deseando que pronto llegue la oportunidad de volver a subir a un escenario.