
Cada vez que empieza el verano aparece lo que alguien llamó "polémica gramatical" entre "el" calor y "la" calor, y que se da tanto en España como en Argentina y otros países de habla hispana. De entrada, la Real Academia española ratifica que la expresión es masculina y la define como "la sensación que se experimenta ante una temperatura elevada" y también como "la propiedad del ambiente y de determinados cuerpos de producir dicha sensación". Sin embargo, el término calor es considerado por especialistas como el blog de docentes del departamento de Lengua y Literatura de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Piura (Perú), "Castellano actual", como "ambiguo", por lo que muchas veces provoca dudas o vacilaciones. Es decir, es uno de los tantos sustantivos que no varían si les cambiamos el artículo, como los casos de el mar/la mar, el azúcar/la azúcar, el maratón/la maratón, el lavavajilla/la lavavajilla, el tilde/la tilde. No obstante, están también los sustantivos "ambiguos diferenciados", es decir cuando una misma palabra puede tener significados diferentes según el género con que se utilice. "Enciclopedia de Ejemplos" cita los casos de el capital/la capital, el editorial/la editorial, el frente/la frente, el cura/la cura, entre otros. A su vez, la Academia Mexicana de la Lengua también ha abordado este asunto en su Web. Y cuando aquellos académicos se preguntan "¿es incorrecto escribir ‘el calor’?", la respuesta es esta: "En el caso del español hablado en México, es frecuente utilizar el sustantivo ‘calor’ como femenino, ‘la calor’, con el mismo significado que ‘el calor’. Esta variación no modifica el significado del sustantivo, así que no hay necesidad de hacer aclaración alguna en los diccionarios generales". Y agregan: "Sin embargo, en el Diccionario panhispánico de dudas, elaborado por la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua española (Bogotá/ Santillana, 2005) se recomienda emplear "calor" como sustantivo masculino en la lengua general, sobre todo en contextos formales para la lengua oral y escrita; aunque reconoce que era común usarlo en femenino en el español medieval y clásico, lo que explica la variación entre "el calor" y "la calor" en algunas zonas hispanohablantes".
Luego están quienes aseguran que "la calor" sólo existe en Andalucía y en Hispanoamérica, como el blog Yorokobu, sección Ideas, que sostiene que el uso de "la calor", se da "incluso entre hablantes cultos, por lo que la Academia cierra los ojos y se tapa la nariz parea dejarles hacer".
Pero hay una anécdota que se atribuye a don Domingo Faustino Sarmiento, relacionada con este tema y que parece haber sido trasmitida en forma oral de generación en generación ya que no es posible, por lo menos para este periodista, encontrar un documento que lo confirme: una tórrida tarde de enero, encontrándose Sarmiento en San Juan, salió a caminar por las callejuelas de su Carrascal de aquella aldea de mediados del siglo XIX, cuando se encuentra con una vecina, que lo saluda y pregunta: -¿Y qué me cuenta de la calor, don Domingo…?
– ¡Que es masculina, m’hija!
La original respuesta no se hizo esperar y, de paso, se trató de una veloz, breve y contundente lección de gramática del maestro de maestros que no perdió oportunidad de hacer, en ese simpático contexto. Nadie comenta si hubo alguna reacción verbal de la mujer. Pero seguro se habrá sorprendido y probablemente lo comentó en su familia o entre sus amigas, si buscamos una explicación de cómo llega a nuestros días tan breve diálogo, lleno de ilustración. Más aún cuando, como queda dicho, la aparente disyuntiva hasta hoy es motivo de abordaje, incluso en los niveles académicos, sin que en el siglo XXI nos privemos de escuchar la popular frase en femenino cada estío en el lugar menos pensado.
Por Luis Eduardo Meglioli
Periodista
