Obligados a reponerse. Marcela Amarfil no termina de limpiar con su familia los restos del incendio que destruyó su casa en el barrio Bustelo, donde también funcionaba el merendero.

 

A Marcela Amarfil se le quiebra la voz, se disculpa, toma aire y se seca con la yema de sus pulgares las lágrimas que apenas brotan. Vuelve a inspirar e intenta continuar relatando el duro momento que le tocó vivir con su familia, ya que anteayer un incendio destruyó por completo su vivienda, ubicada en el santaluceño Barrio Eduardo Bustelo, y también el merendero que allí venía funcionando.

Pero con el apoyo de su familia y de sus compañeras del espacio de contención para cerca de 50 niños de la zona, ya comenzaron a trabajar también para que la suspensión del servicio sea mínima y nuevamente la semana que viene esté activo.

La razón de la urgencia particular que esgrime Marcela es que justamente están transcurriendo los días del receso invernal, por lo que los pequeños en edad escolar tampoco pueden acceder al programa de la copa de leche que asiste a las escuelas de la zona.

Aún viendo como podrá reconstruir con su familia el hogar que quedó hecho cenizas, Marcela

ya acordó con sus compañeras y también vecinas del barrio -Marcela Vega, Cinthia Núñez, Patricia Rodríguez, Lorena Castro y Stefanía Oliva- que llevan adelante el merendero que funciona desde el año pasado, que harán todo lo posible para que la próxima semana puedan volver a ayudar a los chicos con una merienda. Por ahora, el plan es que se reactive en la casa de Stefanía Oliva y buscarán durante el fin de semana un transporte que les permita trasladar la mercadería que reciben del Ministerio de Desarrollo Humano. También durante el fin de semana charlarán sobre los elementos básicos que necesitan y como conseguirlos a préstamo aunque sea. Cuando fue enumerando todo lo que se devoró el incendio es que vuelve a tornarse como un hilo su voz. Heladera, freezer, vajilla, juguetes e incluso bancos y mesas escolares que habían recibido del establecimiento donde Amarfil trabaja de portera. "Arrancamos con mucho corazón y el aporte de la mercadería que nos dio el Ministerio de Desarrollo Humano. Como no podíamos usar el salón de usos múltiples del barrio porque sufre ataques de vandalismo, comenzamos en la casa de Marcela Vega y nos vinimos a mi casa por una enfermedad que la aqueja a ella. Fuimos recibiendo muchas donaciones. La última fue la semana pasada con ollas, cucharones y vajilla. Pero todo se lo consumió el fuego", contó como pudo.

Volver a empezar. Marcela Amarfil y Marcela Vega, dos iniciadoras del merendero en el barrio, charlan en la casa de Stefanía Oliva, la próxima sede.

"Estamos organizándonos. La primera intención es que ahora sea en casa de Stefanía, y trataremos que siga siendo tres tardes por semana: los lunes, miércoles y viernes entre las 17 y 20 aproximadamente. No queremos que se corte y vamos a comenzar otra vez, como la primera ocasión el año pasado. Con algo de mercadería y mucho corazón", completó.