Marcela González, directora de Cáritas en Zonda en plena tarea solidaria.

 

En estos tiempos cercanos a la Navidad, suelen conocerse a quienes por amor al prójimo y con total solidaridad, dejan compromisos personales de lado para servir a Dios en aquellos que verdaderamente necesitan una mano amiga y misericordiosa. Un ejemplo de ello es Marcela González, quien es directora de Cáritas en Zonda. Está al frente de un trabajo social donde se lleva a las familias, el mensaje de la Palabra de Dios, como también afecto, enseñanza de valores morales y el combate contra las necesidades primarias del ser humano. En ese departamento se le brinda apoyo material y espiritual a unas 70 familias carenciadas que viven en distintos lugares del departamento en condiciones precarias. Su trabajo en la iglesia comenzó como feligrés, luego como catequista de niños, siguió con la catequesis prebautismal a padres y padrinos y ya lleva tres años como encargada de Cáritas. A esta joven le apasiona estar al lado de las personas más necesitadas, porque ahí está el amor de Dios en todo su esplendor, porque como citan las Escrituras: "Más bienaventurado es dar que recibir”. Es por eso que para estos días previos a la Navidad, Marcela y su equipo han preparado cenas con aquellas familias con mayores carencias de Zonda. La idea es compartir con ellos, los alimentos. Los interesados en hacer esta tarea con los más carenciados, se anotan y la directora las guía a las familias que pueden visitar y que necesiten ayuda espiritual, material, compañía, etc. Se les lleva cena, regalos y se comparten con ellos. "Les hacemos sentir que realmente son valiosos como personas y muy queridos”, cuenta Marcela. El viernes de la semana pasada comenzaron con la visita a un padre solo y su hijo, ya que su esposa murió de cáncer hace tres años. Ellos son de Salta radicados en Zonda y no tienen familia en la provincia. El amor de Dios está en cada persona y es necesario brindarlo a quien quiera recibirlo. Y en esta Navidad, todos podemos brindar amor de parte de Dios.

 

Por José Correa   DIARIO DE CUYO